Luego de 20 años de iniciada la investigación fiscal y posteriormente el proceso penal contra 13 miembros de las Fuerzas Armadas, este miércoles 19 se dará la lectura de sentencia en una audiencia pública. La República se contactó con una representante de Demus, organización feminista peruana que sigue de las víctimas de violación sexual del caso Manta y Vilca.
"Me tiraban con el arma en el cuello, en la barriga, en la espalda, me agarraban a patadas… Me han abusado varias veces, primero el capitán y luego pasaba su tropa. Esa vez, el capitán Papilón y el suboficial Rutti", "Les pedí que me mataran: quítenme la vida, les suplicaba", "A mi amiga le pegaban, le decían terruca y la violaron delante de mí. Fue Ruti. Él mandó a otro soldado a violarme, pero no me hizo nada. Ruti se dio cuenta y me violó”, son los testimonios de algunas de las víctimas del caso Manta y Vilca.
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Al menos 9 mujeres denunciaron a sus violadores, integrantes del Ejército peruano, por estos hechos ocurridos en el año 1984, cuando las FF. AA. instalaron una base militar en el distrito de Manta, en Huancavelica, y ellas eran unas adolescentes inocentes que fueron obligadas con engaños a entrar a este lugar y otras fueron sedadas con estupefacientes.
En Manta, hay más de 30 hijos de soldados registrados. Según Katherine Herrera de Demus, dos de las tres víctimas que representa la organización feminista tuvieron maternidades forzadas. “Con el dolor de mi corazón tuve que dejarlo porque no quise tenerle, fue en contra de mi voluntad. La más pequeña lloraba, llévame mamita, pero yo dije no, no te puedo llevar, porque por dentro no le sentía nada, no la quería” (sic), manifestó una de las víctimas.
Las agraviadas manifestaron que en esos momentos no sabían a quién acudir, tenían mucho miedo, por tratarse de las Fuerzas Armadas. “Ellos se creían los dueños del pueblo. No había a quién acudir, a quién acusar porque ellos eran del Estado, quién nos iba a hacer caso”, “Desde el principio que llegaron los militares, hicieron mucho daño. Nosotros pensamos que, como era del Estado, nos iban a apoyar, pero todo fue una desgracia”, revelaron.
Fue recién que en el 2002, la Comisión de la Verdad llega a estas zonas de Huancavelica y recoge los testimonios de las víctimas, que fueron corroborados con las pericias de antropología forense y psicológicas.
Dos años después, se abre la investigación en la Fiscalía de Huancavelica. Para el 2009, se inicia el proceso penal, con la acusación: violaciones sexuales en el contexto de la guerra interna, calificados como un crimen de lesa humanidad.
A pesar de que el tema de violación sexual es susceptible y delicado de tratar, hay gente de poco criterio que se burla la situación y no cree en los testimonios de las agraviadas de este delito. “Hasta ahora hay gente que piensa que nosotras fuimos por nuestra voluntad a la base, que nos gustaba que nos violaran. Escuchar eso es feo. Yo me fui de mi comunidad para olvidarme de todo. Me daba pena”, señaló M. A. E.
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Una de las víctimas del caso Manta y Vilca refirió que intentó suicidarse tras ser abusada por estos sujetos. “Quise quitarme la vida, pero ese momento yo miro y como si fuera que Dios, me dijo que no lo haga. En eso me quité la soga de mi cuello y dije: 'Si yo hago esto, mis padres van a pensar por qué mi hija ha hecho esto y estos desgraciados, van a estar felices de que ya no hay nada'”, refirió.
Katherine Herrera manifestó que los 13 miembros de las Fuerzas Armadas se encuentran vivos. Sin embargo, una de las víctimas falleció hace un mes en espera de justicia.
Los acusados estarán presentes en la audiencia pública que se llevará a cabo este miércoles 19 de junio a las 3 p. m. en la Sala Penal Nacional, ubicada en la cuadra 7 Prolongación Tacna, en el centro de Lima. A las 2 p. m. se hará una vigilia de acompañamiento en los exteriores.