Las toallitas húmedas, aliadas en bolsos para la higiene de los bebés, se convirtieron en un recurso de limpieza multifacético. Su conveniencia la transformó en una opción popular para la higiene como alternativa al papel higiénico. Sin embargo, tras su aparente utilidad se esconde una realidad compleja que impacta tanto nuestra salud como el medioambiente.
Estas constituyen un desafío ambiental significativo. A diferencia del papel higiénico, que se biodegrada fácilmente, la mayoría de estas toallitas no lo hace. Esto genera que, al desecharlas se acumulen en las tuberías y plantas de tratamiento, provocando obstrucciones que dificultan el proceso de purificación de aguas residuales.
Por otra parte, las toallas húmedas suelen contener una mezcla de productos químicos que pueden ser perjudiciales para la salud. Un análisis de la organización ambiental Women’s Voices for the Earth (WVE), especializada en la identificación de químicos en productos, encontró evidencia de quejas de “comezón, ardor, irritación, reacciones alérgicas y sarpullidos sangrientos” asociadas al uso de este producto.
El problema radica en que su uso para la limpieza de la vulva puede alterar el pH vaginal, un equilibrio delicado crucial para la salud íntima. Por esta razón, se recomienda utilizar productos adecuados para esta tarea.
En muchos casos, el picor vaginal puede llevar al uso excesivo de toallitas húmedas, ya que estas pueden proporcionar un alivio temporal pero, a largo plazo, agravan la dermatitis, lo que empeora el picor y deriva en escozor y dolor. Ante estos síntomas, es esencial consultar a un especialista para recibir un diagnóstico y tratamiento adecuados.
La ciencia respalda el uso de agua como el método de limpieza más efectivo y respetuoso con la salud. Un estudio publicado en el Journal of Water Health encontró que las personas que utilizan agua para limpiarse tienen entre diez y once veces menos microbios en las manos que quienes usan papel. De igual manera, la revista Annals of the Royal College of Surgeons of England recomienda el agua corriente como medida inicial para el tratamiento del pruritus ani (prurito o picor anal).
Si bien el papel higiénico sigue siendo una opción común, es importante considerar su impacto ambiental. La fabricación de este producto requiere una gran cantidad de árboles, con estimaciones que indican que una persona utiliza alrededor de 384 árboles a lo largo de su vida. Además, puede contener sustancias químicas nocivas conocidas como PFAs (sustancias per- y polifluoralquiladas), según destaca Environmental Science & Technology Letters.
Algunas recomendaciones para la limpieza
*La redacción de este contenido fue asistida con inteligencia artificial.
