"No sé lo que seguirá pasando en el futuro pero lo voy a seguir intentando". Esas palabras de Rafa Nadal en el podio de la Philippe Chatrier después de haber conquistado su decimocuarto título en Roland Garros y su vigésimo segundo ‘Grand Slam’ son una pista clara acerca del futuro próximo del español. Aunque su lesión apuntaba a una retirada inminente, el tenista balear, que el viernes cumplió 36 años y sufre una importante dolencia en su pie izquierdo, se dará un margen de tiempo antes de despedirse del tenis. Se desconoce si aspirará a buscar la Decimoquinta en París, pero de su discurso parece garantizada su presencia, al menos, en Wimbledon.
Las estadísticas de Nadal en Roland Garros han sido impresionantes desde el primer día que pisó la tierra parisina hasta el que hasta el momento ha sido su último paso, el que ha dado hoy con ese pie maltrecho que le ha dado quebraderos de cabeza desde el inicio de su carrera. Una carrera en la que se ha sobrepuesto a esa dolencia y que no le ha impedido hacer historia, ganando el título en el Grand Slam parisino en 14 de sus 18 participaciones (2005, 2006, 2007, 2008, 2010, 2011, 2012, 2013, 2014, 2017, 2018, 2019, 2020 y 2022).
El balear fue en 2005 el segundo tenista de la historia, tras Mats Wilander, en conquistar el Grand Slam parisino en su primera participación, y uno de los más jóvenes en hacerlo, al proclamarse campeón a los 19 años y días.
Encadenó cuatro títulos consecutivos hasta que en 2009 fue sorprendido por Soderling en octavos de final. Al año siguiente volvió por sus fueros y encadenó cinco victorias seguidas entre 2010, año en el que también fue campeón de Wimbledon y el Abierto de Estados Unidos, y el año 2014. En 2015 y 2016 el balear no sumó título alguno de Grand Slam. En París, en concreto, dijo adiós en cuartos de final de 2015 eliminado por Djokovic y en tercera ronda de 2016, antes de medirse a Granollers, retirándose por una lesión de muñeca.
En 2017 volvió a lo grande y nuevamente encadenó un título tras otro, esta vez en 2017, 2018, 2019 y 2020. Y fue de nuevo Djokovic, en las semifinales de 2021, quien truncó la racha victoriosa del manacorí. Hoy ha escrito otra página para la historia en Roland Garros. Nadie sabe, ni él, si será la última. Porque el balear ya había avisado en los días previos de que quizás no vuelva a pistar la tierra batida de la Philippe Chatrier.
“Podría ser que fuese mi último partido en Roland Garros. Cada vez que salgo a jugar aquí, soy consciente de que puede ser mi último partido en el torneo. No sé qué puede pasar en un futuro cercano con mi carrera, pero voy a seguir luchando todo lo posible para seguir viviendo el sueño de seguir jugando al tenis”, declaró el manacorí.
No sólo ganó a Djokovic, sino que superó en semifinales a Zverev, que tuvo que retirarse con un fuerte esguince, y arrolló en la final en tres sets a Ruud. El buen nivel con el que ha competido, concretado con un nuevo título con el que sigue haciendo historia, le hace ahora replantearse su despedida.
Nadal sufre desde los 18 años una lesión crónica en su pie izquierdo (síndrome de Müller-Weiss) que en los últimos tiempos le ha pasado factura y ha condicionado sus actuaciones en los últimos torneos, especialmente en Roma, donde en el duelo en el que fue eliminado por Shapovalov hizo ostensibles gestos de dolor. "Hacia la mitad del segundo set sentí mucho dolor en el pie. No estoy lesionado, soy un jugador que vive con una lesión", explicó entonces el tenista español, ganador de 21 Grand Slams.
Muchos signos de dolor para Rafael Nadal ???????? durante su partido ante Denis Shapovalov ????????.
¡Que no sea nada Rafa! pic.twitter.com/GIkIviemVu
— Respiro Tenis (@Respiro_Tenis) May 12, 2022
Esa lesión ha perseguido a Nadal a lo largo de toda su carrera. De hecho, por culpa de esa dolencia no participó en 2004 en la edición que iba a suponer su estreno en Roland Garros. La constitución del físico del mallorquín y las exigencias del tenis, con permanente movimiento y fuerte pisada con movimientos bruscos, fueron el origen de la lesión, un edema óseo en su pie izquierdo.
Cuando acudió a su primer Grand Slam parisino en 2005, lo hizo ya con unas plantillas especiales que le permitían alterar la mecánica del pie y que éstos no soportaran todo el peso del cuerpo, sino que éste se trasladara a las rodillas. El problema se corrigió parcialmente, pero el hueso continuó degenerándose y desembocó en microfracturas permanentes, lo que provoca un gran dolor.
Tras la victoria contra Djokovic, y en el intento de todos los medios de comunicación de aportar luz acerca de la lesión del tenista español y su posible adiós, algunas fuentes apuntaban a que el balear sufre incluso una necrosis en el escafoides tarsiano, producida por la falta de riego sanguíneo. Sin embargo, médicos especialistas en este campo, ven muy complicado que ese problema ya sea un hecho, porque "no podría ni andar", aseguran. Lo cierto es que el español juega habitualmente infiltrado en el pie para evitar ese dolor y que posiblemente en los próximos días aclarará los pormenores de su lesión.
En los últimos días, el entrenador de Nadal, Carlos Moyá, ya daba pistas en París con una conversación informal con varios periodistas de que la opción del adiós estaba cobrando mucha fuerza. "Todos sabemos por lo que está pasando. Tampoco os esperéis que esté jugando con un pie amputado o con una prótesis. Ya os lo dirá él pero no esperéis milagros. Vamos a valorar el milagro total cuando termine este torneo, no sabemos dónde va a terminar ni cuándo", aseguraba el mallorquín.
Con su triunfo de este domingo, el español sigue haciendo historia. Por un lado, por destacarse como el tenista con más entorchados de Grand Slam, al sumar ya 22. Por otro, por su envidiable palmarés en Roland Garros con catorce títulos que lo mantienen con mucho margen al frente de la tabla de los más laureados, porque el siguiente de la lista, el francés Max Decugis que perdió cuatro finales, fue campeón en ocho ediciones (1903, 1904, 1907, 1908, 1909, 1912, 1913 y 1914) y el sueco Bjorn Borg, tercero, fue campeón seis veces (1974, 1975, 1978, 1979, 1980 y 1981). El rey de la tierra aplaza su adiós. Y lo hace vestido de nuevo de héroe y levantando otra Copa de los Mosqueteros.
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