«Tenemos varios aviones. Estén tranquilos y todo irá bien». Cuando a las 8.24.38 un técnico del centro de control aéreo de Boston escuchó esas palabras no pudo imaginar que el vuelo del que procedía la transmisión (American Airlines 11), acababa de ser secuestrado por cinco terroristas. Tampoco podía saber que en los próximos minutos otros tres aviones correrían igual suerte. Los responsables de la seguridad aérea no advirtieron a tiempo que los problemas de comunicación con las aeronaves se debían a su captura, y aún tardaron más en averiguar que los secuestradores no pretendían exigir rescate alguno por los rehenes. El plan para lanzar los aviones contra varios edificios representativos del poder económico, militar y político de los Estados Unidos...
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