El Consejo de Ministros es una bolsa de caramelos sorpresa. Todos lucen el mismo envoltorio blanco, pero no se repiten sabores. Problemas: nunca se acaban de deshacer en la boca, y solo puedes escupir alguno si el presidente lo hace primero. Él los envolvió, él preparó las bolsitas de una fiesta infantil y delirante. Llegas bien peinado, la camisa por dentro, y te los entregan. Es razonable esperar que los caramelos sean dulces. Quizá tengas manía a los de menta o a los de cereza, pero al fin y al cabo no hay dos con el mismo sabor. Te llevas el primero a la boca y no das crédito. ¿Un caramelo de oreja? En plan guarro, deberás probarlos todos tarde...
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