Nos hemos convertido en el fruto de nuestros esfuerzos
Menos mal, ha llegado el domingo y cuesta menos que de costumbre saltar de la cama, por mucho que haya que madrugar.
Una vez en la carretera, enfilando hacia el punto de encuentro, más de lo mismo como la semana pasada, el día amaneciendo con una niebla densa que apenas permite ver a veinte metros y obliga a los coches a avanzar con muchas precaución.
Solamente cuando estoy alcanzando el Alto del Leónel día se despeja como por arte de magia, pero sigue quedando oculta la ladera madrileña bajo un espumoso mar de nubes.
La temperatura sube, no es fría a primeras horas de la mañana, ideal para montar en bicicleta y aunque se echará de menos a algunos amigos, no faltarán los que acudan a la convocatoria con ganas renovadas.
Andrés, Ángel, Fer, Forlán, Galo, Jesús, José María, Juan Carlos, Luis Ángel, Pawel, Rafa, Santi y Alfonso.
Es meritorio que Andrés y Luis Ángel se hayan atrevido a hacer doblete, (sin conocer lo que hoy les podía esperar) tras ruta del sábado por tierras toledanas que no debió ser tampoco moco de pavo, guiados por un Ernesto que debe tener el “corazón partío” y el amigo Javier “Sherpa” al que recordamos con aprecio y le mandamos un fuerte abrazo y otro para los amigos toledanos.
Nos mandan sus fotos de recuerdo. No confundir una de ellas con tráiler de la película “Los santos inocentes” de Mario Camús.
Una alegría enorme ver acudir a nuestro encuentro a Juan Carlos, (Juan “Platón”) acaso desaparecido en combate tras mil batallas pero al que “nunca dimos por muerto” y que hoy es posible que llegue arrastrado de una oreja por Forlán.
Puede que tras la ruta haya recuperado con cariño emociones olvidadas o acaso haya comprendido que al cuerpo hay que darle tralla con regularidad para que después responda. Por un motivo o por otro… Juan, queremos verte más a menudo.
En mi mente juguetea el trazado que hoy vamos a realizar, pero contrasto con los compañeros espinariegos algunos puntos acerca de la nieve y lluvia caída en los últimos días. Puede que evitemos la nieve, me dicen, pero va a ser difícil escapar de zonas muy húmedas, charcos y barro como para vender y regalar.
Una vez más, los que partieron de El Espinar deshacen parte de lo ya andado, pues iniciamos el recorrido por el Camino de los Pastores, pasando junto al antiguo preventorio, la piscina municipal y acercándonos al Pinarillo y al Cerro de la Hoya, lugar predilecto para asentamientos anuales de la Hispania de los Vikingos.
No son pocos los charcos que ya hemos tenido que ir sorteando, pero lo complicado está por llegar. Atrás dejamos historias olvidadas de las ventas del Tiznao y del Confitero, pues queremos rodear el cerro de Cabeza Hermosa y cruzar por puente el Arroyo de la Tejera.
Probablemente el tramo más duro de la ruta, dos kilómetros de duro ascenso superando el fuerte desnivel ya de por sí complicado y en dura pugna del hombre y su máquina contra las piedras sueltas, el agua que desciende por los regatos y el barro profundo y pegajoso que unas veces agarra las ruedas impidiéndolas avanzar y otras las suelta de golpe provocando patinazos apenas insalvables.
Las tres e-bikes superan la prueba gracias a su potencia, a sus ruedas anchas y dentadas y, por supuesto, a la habilidad de sus dueños, pero me detengo a medio camino para ver el esfuerzo sin queja de mis compañeros.
Veo a Fer retorcerse con el esfuerzo, intentado no perder el equilibrio. Hoy no ha traído su eléctrica, ha optado por la “pulmonar” que dicen unos, por la “muscular” que dicen otros… vamos, por la “sin baterías” y se retuerce intentando no resbalar. Finalmente sus lamentos se oirán fuerte cuando el barro le gane la batalla a menos de cuatro metros de coronar.
Todos harán lo imposible, por esfuerzo que no falte, pero sólo lo lograrán aquellos que sean capaces de encontrar el mejor trazado, acaso el más seco o menos resbaladizo. ¡Bravo!, ¡bravo! y ¡bravo! por todos.
Cruzamos la Nacional VI con precaución y por la Vereda de la Casilla del Doro, que acumula también muchas agua y barro, nos acercamos a las ruinas de la torre del Telégrafo Óptico, no sin antes afrontar un nuevo repecho pedregoso y duro.
En el alto, la buena temperatura y el claro paisaje premian el esfuerzo realizado y animan a tomarse un descanso merecido. Habrá que espolear al grupo para que arranquen.
¡Eh!, pero con cuidado, que el descenso está resbaladizo y peligroso y si no que se lo digan a José María que delante de mí se empeña en salir de orejas con una doble pirueta para caer en mitad del pringoso barro. Afortunadamente golpe sin mayores consecuencias, pero el culo del pantalón de chándal lo llevará húmedo el resto de la ruta.
Giro a la derecha por encima de la Mata de Santo Domingo, que recorremos con cierta alegría hasta descenso rápido para cruzar de nuevo el Arroyo de la Tejera. Mientras atravesamos puerta Luis Ángel pregunta: “Y ahora ¿qué?”
Pues la verdad es que llevamos 22 kms recorridos, la temperatura sigue siendo buena y son las 11,30, una buena hora que no anima a prisas y recortes, así es que… seguimos con los planes previstos.
Anadie le gusta el primer tramo por pista junto al antiguo vertedero y hoy no hace calor, pero después se endurece mucho más cuando giramos a la izquierda tomando la Vereda de los Serranos y todos nos acercamos al Mirador de los Buitres.
Tentador el ascenso hacia Las Tres Provincias y más abajo hacia el Cerro Boyal que ya conocemos, pero hoy descendemos rápidos por terreno roto por las lluvias hacia la Vereda de la Talanquera, ya para acercarnos a buen ritmo a El Espinar.
La Cruz de Santa Quiteria a la izquierda y nos adentramos en los pinares por senderos que ya conocemos y que recorreremos en nuevas ocasiones. Primero hacia las ruinas de la Casa de las Lanchas y después hacia nuestra meta en San Rafael.
Casi 42 kms y no con excesivo desnivel acumulado (714m) pero muy duros por las condiciones del terreno. Una mezcla de cansancio y satisfacción se refleja en las caras y Luis Ángel pregunta: ¿Sabemos ya ruta para el próximo domingo?
Un fuerte abrazo amigos.
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