Carlos Alcaraz sufre un resfriado que le tiene algo débil físicamente, por eso jugó su partido contra Rublev en las Nitto ATP Finals (ganó por 6-3 y 7-6 [10/8]) con la clásica tirita en la nariz para poder respirar mejor. Pero el principal problema que había tenido en su estreno ante Ruud, en el que el noruego le superó con claridad, fue mental más que físico. La cabeza manda y el murciano asegura que está un poco saturado ya esta temporada. Merece la pena un último esfuerzo que parece que quiere dar.
Porque la actitud que mostró Carlos en su segundo encuentro en el Torneo de Maestros fue diferente, con la intención de sobreponerse a la adversidad en lugar de dejarse arrastrar por ella. El grito que pegó cuando consiguió el break en el primer set fue significativo. También su lenguaje gestual durante todo el encuentro, el “sí, sí” que le decía a su banquillo después de cometer una doble falta en el desempate del segundo parcial, la forma de animarse, la sonrisa con un puntazo aunque lo perdiera... Fue más él, convencido en su cabeza, lo que conduce a que su tenis también mejore. Las ganas se vieron también en algunas defensas que llevaron a su rival a la desesperación. Luego se puede ganar o perder, pero hay que luchar con lo que se tenga. Ha sido un trabajo que estos días ha hecho con él su equipo, incluso su familia, su padre que está allí en Turín o su madre que se ha quedado en casa: con el resfriado ya no se puede hacer más que tomar alguna pastilla para aliviarlo, la tirita y cuidarse, y es evidente que está tocado como indica su voz tomada, lo que tiene que intentar es hacerlo lo mejor posible en esas circunstancias.
Después de ese primer, cerrado con una segunda rotura y coronado con un "vamos", Alcaraz supo aguantar el temporal en el segundo. Y Rublev también. El ruso tiende al caos y a la autodestrucción a la mínima, pero esta vez, pese a que iba por detrás porque siempre tenía que sacar en desventaja, no se dejó poseer por sus demonios. Su final de segundo parcial fue increíble: cuatro juegos de servicio en blanco, dieciséis puntos consecutivos.
Así se llegó a un desempate espectacular, en el que se vio el punto del partido con varias defensas brillantes de Carlos. Después, el español cometió la doble falta, para seguir 5-4 arriba, pero ya sin minibreak, y no le alteró. Tuvo que salvar dos pelotas de set (con 5-6 y 7-8), con un golpe a la línea por poco, y a la tercera consiguió cerrar el duelo con un resto casi directo, de derecha: Rublev llegó, pero no pudo poner la pelota al otro lado.
El pupilo de Juan Carlos Ferrero se movió bien y tuvo acierto en sus golpes preferidos. Si contra Ruud no le salió ni uno de los tiros de fantasía, esta vez mostró tres o cuatro dejadas increíbles, alguna volea fantástica, logró hasta diez saques directos...
El español sigue con vida. Se la jugará el viernes contra Zverev, aunque todavía no se sabe qué le hará falta para clasificarse. Hay que esperar a ver lo que sucede con el alemán en la jornada de esta noche, en la que se enfrenta a Ruud.
