La terrible DANA que ha asolado Valencia y de la que se siguen conociendo sus trágicas consecuencias tiene sumida a toda España en una depresión que sólo interrumpe la indignación por el proceder de las administraciones públicas y la mezquina clase política, dedicada a lanzarse de cabeza a cabeza la responsabilidad de lo ocurrido y de la escasa y lamentable respuesta. Poco sentido han tenido otros temas y debates a tenor de la dimensión de la catástrofe. Sin embargo, como ya es costumbre, el fútbol y su hermética burbuja no han dejado de sorprender y hasta irritar. El campeonato de Liga no se suspendió. Como si de una cofradía sevillana en busca del lucimiento de una salida extraordinaria se tratara,...
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