El torneo de Wimbledon, conocido por su apego a las tradiciones, dará un paso hacia la tecnología en 2025 al eliminar a los jueces de línea en sus 18 pistas competitivas, utilizando en su lugar un sistema de canto de líneas electrónico (ELC). Esta decisión pondrá fin a 147 años de historia, según anunció el All England Club y fue reportado por The Times.
El sistema electrónico de llamadas de línea, una versión avanzada del conocido Ojo de Halcón, se ha venido implementando desde el US Open de 2020 y ha sido adoptado en varios torneos a nivel mundial.
El ELC cantará las pelotas en un margen de una décima de segundo tras el bote, eliminando la necesidad de los tradicionales ‘challenges’ o desafíos que hasta ahora permitían a los jugadores revisar decisiones dudosas.
A diferencia de los jueces de línea, los jueces de silla seguirán presentes en sus puestos para supervisar el desarrollo general de los partidos.
Con este cambio, Wimbledon se convierte en el tercer torneo de Grand Slam en adoptar un sistema electrónico de líneas. Actualmente, el US Open y el Abierto de Australia ya han implementado la tecnología ELC, mientras que Roland Garros sigue siendo el único que mantiene a los jueces de línea debido a las características de la tierra batida, que permite verificar las marcas de la pelota.
La introducción de esta tecnología en Wimbledon no solo representa un avance en términos de precisión, sino también una reducción de personal de aproximadamente 300 jueces de línea. Esto marca un cambio radical en la estructura del torneo y en el ambiente tradicional al que se acostumbraron tanto jugadores como aficionados.
El sistema ELC ha demostrado su eficacia en los torneos donde se ha implementado, y los organizadores de Wimbledon confían en que aportará mayor precisión a los partidos. Además, este sistema no solo elimina el margen de error humano, sino que también agiliza el juego al reducir los tiempos de revisión, permitiendo que el partido fluya sin interrupciones.
Este movimiento hacia la automatización en el tenis simboliza un ajuste en el balance entre tradición y modernidad en Wimbledon, uno de los campeonatos más emblemáticos y antiguos del mundo deportivo.