El Madrid suele tomarse la primera fase de la Champions como los Lakers y los Celtics la fase regular de la NBA . Se ven tan sobrados, y el calendario es tan cargado, que relativiza bastante la importancia de estos partidos, y de una derrota, sabedor que será a partir de los cruces cuando comience de verdad la competición. En Lille fue una muestra más. Otro partido continental al trantrán, con la intensidad justa y las ganas, también. Como ante el Stuttgart en la primera jornada, o como tantas otras veces en años anteriores. Al final casi siempre le sale cara, aunque por el camino haya alguna zancadilla. Derrota del Madrid diez meses después. Y bien merecida. Fue la primera incursión en el once de Endrick . Otro récord de precocidad. El brasileño, con 18 años y 73 días, ya es el jugador titular más joven de Champions en la historia del club blanco. Jugó 57 minutos y no vio portería, pero dejó una acción brillante. En el minuto 20, recibió un balón de Camavinga a 35 metros de la portería, echó a correr y por el camino le quitó las pegatinas a tres oponentes. Al último, con un cambio de ritmo propio de un velocista olímpico de los 100 metros. Le falló la definición, al cuerpo de Chevalier. Fue la mejor oportunidad de los blancos en una insulsa primera mitad, con premio para el Lille justo antes de que sonara la campana. Antes, en el 30, Lunin retrasó la desventaja con una doble parada soberbia. Primero, sacó un cabezazo a bote pronto a David, y después, desde el suelo, sacó con una mano milagrosa el segundo remate del delantero francés. El palo acabó por sepultar la oportunidad, mandando el balón por línea de fondo. El ariete estadounidense se vengó en el 45. Un libre directo lanzado por Zhegrova desde la frontal del área impactó en el brazo izquierdo de Camavinga . El lenguaje gestual del francés nada más rebotar el balón en su extremidad hablaba por sí mismo. Su cara de circunstancias una vez que el colegiado paró el partido, avisado por el VAR, confirmaba las sospechas. Penalti como un camión. Mano de libro, de las de toda la vida. Por estar mal perfilado y por el miedo a recibir un balonazo. El penalti lo lanzó David a la izquierda de Lunin. El ucraniano se lanzó a su derecha. 1-0 y descanso. Gol psicológico, que dicen los clásicos. El habitual inmovilismo de Ancelotti a la hora de hacer los cambios no fue esta vez la causa del traspié. Salió del Metropolitano señalado por sus tardías y defensivas sustituciones, justo todo lo contrario de lo que pasó en Lille. Del vestuario ya salió Fran García en lugar de Mendy . En el 57, Modric y Mbappé mandaron al banquillo a Militao y Endrick. Le tocaba a Tchouaméni mutar a central. En el 67, fue Güler el que ingresó en el campo, en lugar de Camavinga. Cuatro cambios con 25 minutos por delante. Eso debe estar en la hoja de récords de Ancelotti, pero el fútbol no son matemáticas, y los cambios no le dieron el resultado esperado a Carletto . La pelota seguía circulando a una velocidad preocupante, Vinicius y Bellingham eran fantasmas, al equipo le costaba correr y a Chevalier, el portero del Lille, solo le faltaba encenderse un pitillo y fumárselo apoyado en uno de los palos de la portería. El dato de las amarillas era el reflejo del caos y la frustración en el Pierre Mauroy . Cinco para el Madrid, todas ellas por patadas a destiempo, ninguna para los franceses, que ni en sus sueños más húmedos se habían imaginado un partido tan plácido contra el campeón de Europa. Solo sufrió en los últimos cinco minutos, en los que Bellingham y Rudiger apagaron el cigarro de Chevalier y le hicieron ganarse el pan. Dos manos salvadoras a remates a bocajarro de inglés y alemán. Ambos se llevaban las manos a la cabeza. Fotocopia de lo que sucedió con Güler , ya en el descuento, que también se topó con las manos del portero del Lille en un rematede cabeza cuando se encontraba solo dentro del área. No está acostumbrado el Madrid a jugar mal y perder en Champions, pero alguna vez le tenía que caer la tostada del lado de la mantequilla. El Madrid más vulgar deja de ser invencible