El Madrid perpetró en Lille uno de esos partidos difíciles de ver, de entender y de digerir. Tampoco es el primero de la temporada en esta misma línea. Los aficionados se quieren autoconvencer de que se trata de algo coyuntural, pero hay algo estructural. El equipo, ya lo escribimos por aquí, tiene goteras. Ninguna avería irreparable, desde luego, pero algo falla. Continuar parapetados tras las excusas de la falta de descanso y de las lesiones ya no cuela. La pregunta que surge ahora es lógica: ¿cómo puede ser que el equipo campeón de todo la temporada pasada juegue peor que nunca tras haber incorporado a uno de los mejores atacantes del mundo? Y la respuesta es sencilla: estamos ante lo...
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