El Atlético, como tantas otras veces en la era Simeone , vuelve a sembrar de dudas su inicio de temporada. Tanto por el juego como por los resultados. Evidentemente, lo que ha mostrado en estas tres jornadas de Liga nada tiene que ver con la inversión realizada durante el verano. Escaso de fútbol y de puntería, no fue capaz de pasar de un empate sin goles ante un recién ascendido como el Espanyol que respira tras conquistar su primer punto y aguarda con expectación la posible salida de Joan García al Arsenal, lo que podría dejar en las arcas pericas unos 30 millones. La primera parte fueron en realidad dos mitades. La pausa de hidratación lo cambió todo. Hasta entonces, el partido era un monólogo del Atlético en el que le faltó lo más importante: meterla. En los primeros catorce minutos, disfrutó de cuatro ocasiones muy claras. La primera, de Julián Álvarez, encontró respuesta en Joan García . La segunda, la mandó al palo Samu Lino. La tercera, un remate de cabeza de Sorloth por encima del larguero. Y la cuarta, otra vez Julián Álvarez, a la salida de un córner, la mandó con su pierna derecha al fondo sur del Metropolitano. A todas esas ocasiones se le sumó una más, en el minuto 25. Buena asociación de Lino y Riquelme por banda izquierda y el centro del canterano lo remató con su pierna buena Sorloth desde el punto de penalti. Disparo mordido y cruzado que acarició el palo. El asedio llegó a su fin cuando el árbitro mandó a los dos equipos al 'refresquito'. Ahí, Manolo González , puso las pilas a sus jugadores. Les reprochó la distancia entre líneas, la defensa tan hundida en área propia y el poco peso ofensivo. Los jugadores, como esos alumnos aplicados que las cazan al vuelo, tomaron nota y el partido giró 180 grados. Tanto que, en la primera jugada tras el parón, Puado estuvo a punto de poner por delante al Espanyol. Centro por banda derecha, remate en semifallo de Kral que cae en la bota izquierda del atacante perico, y este la manda al cielo cuando estaba en una posición idónea para batir a Oblak. Solo en el área pequeña, pero su golpeo no fue bueno. A esa clara ocasión, el equipo catalán le dio continuidad ajustando sus posiciones, adelantando diez metros la posición de los centrales y moviendo el balón de un lado a otros, buscando esas entradas por banda que reclama su técnico. Lección aprendida para no sufrir más hasta el descanso. Solo un disparo lejano de Riquelme , fácil para un portero de la enjundia de Joan García. Le gustó tan poco a Simeone el cambio de escenario, que no se cortó ni un pelo en el entretiempo. Tres cambios de una tacada. Griezmann, Llorente y Barrios al campo. Julián, Molina y Lino, a la ducha. El equipo del pueblo tiene fondo de armario. Y muy bueno. Otra cosa será que Simeone logre que se pueda ver un partido de su equipo sin bostezar. Anoche no fue el caso. El partido tuvo también su dosis de polémica. En el 54, el VAR tardó más de dos minutos en anular un gol de Riquelme. La jugada tenía miga, pero mirada con frialdad era más sencilla de lo parecía en un principio. Un centro de Barrios por banda derecha no lo atrapó correctamente Joan García. Koke , ágil, llegó a tiempo para rematar ese balón suelto, pero su disparo lo acabó tocando Riquelme justo antes de que sobrepasara la raya. Error. Si no hubiera ido a por la pelota, no se le hubiera señalado fuera de juego. El canterano estaba adelantado porque ya detrás de él solo había un jugador del Espanyol, aunque no fuera el portero. Del resto de la segunda mitad, un mano a mano de Griezmann que echó incomprensiblemente fuera, aunque había partido de fuera de juego, una buena parada de Oblak a Cheddira, a disparo seco del atacante perico y, en el 98, un claro gol anulado a Riquelme por un fuera de juego XXL. Cinco de nueve para el Atlético. Hay mucho trabajo ahí.