Cuando Xavi Gispert Amat salte hoy al estadio de hockey Yves-du-Manoir y pise el césped azul, su familia añadirá una rama más a un árbol genealógico asombroso, probablemente sin parangón en el deporte mundial. Xavi (Terrassa, 1999) se convertirá en el séptimo miembro de su estirpe que compite en unos Juegos . Seguirá así una senda angosta por la que ya transitaron, siempre con el stick en la mano, su abuelo Jaume, sus tíos abuelos Pere, Paco y Joan y sus tíos Santi y Pol. Entre todos suman 21 participaciones olímpicas y seis metales. Hay 158 países que han conseguido menos medallas en los Juegos que la familia Amat. La semilla original la sembró el bisabuelo de Xavi, Pere Amat i Llopart, que fundó en 1935 el Club Deportivo Harmonia Egara , en Terrassa, que pronto se convertiría en el corazón del hockey sobre hierba en España. Un deporte de aroma inglés, muy practicado en las antiguas colonias británicas, que en la península ibérica encontró su refugio en esta industriosa ciudad catalana, a dieciocho kilómetros de Barcelona. Los cuatro hijos de Pere tuvieron como juguete un palo de hockey. El hermano mayor, que heredó la pasión y el nombre de su padre, encendió el fuego olímpico con una participación histórica en los Juegos de Roma 1960. De pronto, sin saber muy bien cómo, de esa España en blanco y negro, sin dinero ni instalaciones, brotó una selección de hockey que consiguió una sorprendente medalla de bronce. La única de la delegación española en aquellos Juegos. Fue el primer metal olímpico en la vitrina de la familia Amat. Los hermanos pequeños de Pere fueron siguiendo sus pasos. Jaume, el abuelo de Xavi Gispert, también compitió en Roma y luego siguió haciéndolo en Tokio y en Múnich. La primera parte de la saga acabó en 1980, en Moscú, con la participación de Joan, que logró una medalla de plata. De aquella generación fundacional, solo Paco se quedó sin metal olímpico, aunque fue el máximo anotador en Múnich y superó los cien partidos en la selección. Jugaban en campos de hierba natural, con terrenos irregulares y palos de madera. En México 68 podían haberse reunido los cuatro hermanos, pero el jefe de Jaume se lo impidió . Tuvo que elegir entre el trabajo y el hockey, y le pudo la responsabilidad. Su mujer estaba embarazada. Como en un relato bíblico, quizá haya algo de venganza poética en el hecho de que aquel embarazo acabara engendrando una nueva saga de jugadores olímpicos de hockey. El hijo de Jaume, Santi Amat, formaría parte de la segunda generación dorada de este deporte , medalla de plata en Atlanta 96. En aquella selección compartió vestuario con su primo Pol , el hijo de Paco, que fue considerado el mejor jugador del mundo y se retiró en 2013 después de haber sumado más de 300 partidos como internacional. Pol se colgó otra medalla de plata en Pekin 2008, la última del hockey sobre hierba español. Casi noventa años después de que su bisabuelo fundara el club Egara, Xavi Gispert Amat, nieto de Jaume y sobrino de Santi, recoge en París ese testigo . Tras el paréntesis de Río y de Tokio, la familia Amat regresa a unos Juegos con este delantero de 25 años, diseñador gráfico, que a la vuelta del verano dejará su ciudad para mudarse a Australia , tras fichar por el Camberra Chill. «Ni me acuerdo de cuándo empecé a jugar al hockey -señala-. Fue una cosa natural, quizá a los tres o a los cuatro años. En Terrassa naces ya con el stick...». Xavi nunca lo dejó, aunque de crío también probó con el baloncesto, el skate o el ciclismo. Poco a poco, casi por decantación natural, acabó dedicándose al hockey. Advierte, sin embargo, que su familia jamás trató de dirigirle: «Hablábamos de hockey con el abuelo y teníamos la casa llena de medallas, pero no éramos muy conscientes. Y nunca me presionaban o me señalaban los defectos... La mía no es de esa clase de familias. Yo disfruto jugando ante ellos y ellos disfrutan viéndome jugar». Por desgracia, su abuelo Jaume, fallecido en 2020, no podrá contemplar en París el nuevo brote que ha nacido en el tronco de la familia Amat.