Es tan dorado y volátil el ciclismo estos días que no hay tardes anodinas, extinguidos los bostezos por un pelotón que siempre encuentra tiempo para dar rienda suelta a las emociones con sus intrincadas rivalidades. La séptima etapa, crono en el corazón de Francia, al sur de Dijon ( Nuits-Saint-Georges - Gevrey-Chambertin ), no fue una excepción. Aunque las previas de la gran prueba gala se focalizaban en la enésima batalla entre Jonas Vingegaard y Tadej Pogacar, los héroes se multiplican y el dueño de la tarde fue Remco Evenepoel , que firmó su primer triunfo en la prueba más importante del mundo. El belga, niño prodigio de 24 años, dio la campanada al imponerse con superioridad a sus rivales. Voló sobre el asfalto y fue dejando atrás a auténticos especialistas como Primoz Roglic . De hecho, al caballero esloveno, que fue tercero, le sacó la barbaridad de 36 segundos. El líder de la general, el ya mencionado Pogacar , también sucumbió ante la velocidad del de Quick-Step y rebasó la línea de meta con una diferencia de 12 segundos respecto al belga para ser segundo. El balcánico es un ganador insaciable y mostró cara seria y ceño fruncido mientras las cámaras se arremolinaban ante el protagonista de la jornada. Sin embargo, la general le regaló consuelo. Vingegaard no enseña la plenitud de las últimas dos ediciones del Tour, en las que fue feroz triunfador. Es cierto que tuvo una dura caída en la Vuelta al País Vasco del pasado abril, donde la clavícula y varias costillas se fueron al traste, y que no cuenta con tantos compañeros de categoría como antaño, pero lo cierto es que el danés parece tristón en las últimas semanas. No estuvo fino en la primera crono del recorrido y la estrategia no pareció ser el único motivo. Era la tarde de Remco, a la caza de una victoria antes de la montaña, donde el belga no tiene tantos muelles como sus competidores, pero Vingegaard mostró debilidad, pedaleo algo lento, y Pogacar aprovechó la oportunidad. Aumentó su ventaja en la general y ya está a un minuto y 15 segundos de su archienemigo, un tiempo que incluso puede considerarse peligroso.