Con las manos en la cara, probablemente llorando o a punto o emocionado, a Luka Modric apenas se le veía sobre el césped, cerca de la portería de Donnarumma, porque sus compañeros se le habían echado encima. Lo bonito sería, como se ha hecho, escribir que lloraba, que las manos le tapaban las lágrimas, porque la jugada merecía que la estrella croata, de 38 años y 289 días, había marcado el gol más veterano de la Eurocopa 32 segundos después de fallar un penalti y de sentir que dejaba a Croacia fuera de la Eurocopa o muy en el límite. Fue una de las imágenes de la Eurocopa. El problema es que después, en el último minuto del partido, dejó de tener sentido o de ser simbólica. Italia no perdona nunca.
Modric tiró el penalti como un futbolista de 38 años, ya superado el ocaso, con más prestigio que fútbol. El partido iba empate a cero, la mano dentro del área italiana había sido clara y Modric, como capitán y leyenda croata, no dudó en lanzar el penalti. A su derecha, flojo, mal, de futbolista cansado, de estrella enfilando el pasillo de despedida. La jugada continuó, la pelota fue lejos, el área se vació. El balón cayó en pie croata y desde lejos lo puso en el área. Había cuatro futbolistas, uno por cada equipo y Donnarumma, que por fin estaba haciendo el campeonatao que durante años se le ha esperado.
Budimir, que había salido hacía poco, porque es el recurso de emergencia de Croacia cuando no sabe qué hacer, algo que ocurre mucho en esta Eurocopa, peleó por esa pelota como sólo él sabe hacerlo y con el pie, la desvió hacia la portería. Pero Donnarumma, ágil y rápido, como prometía en sus comienzos, llegó para despejarla. El balón salió hacia el otro lado del área pequeña y hacía allí corrió Luka Modric, más vivo que su marcador, quizá más necesitado, pues llegaba del destierro, lo recogió y marcó.
Entonces se lanzó al suelo y sus compañeros se lanzaron a por él.
Había muerto la estrella croata, había resucitado en menos de un minuto. Estaba vivo, más rápido que cualquier milagro. Pero también, ay, mucho más perecedero.
No aguantó ese resultado hasta el final, la veterana Croacia no supo ganar el partido, como no ha sabido cómo ganar un encuentro en los tres partidos de esta Eurocopa. Perdió el primer partido con España sin apenas hacer acto de presencia y no dio buena imagen en su empate contra el Albania. No es que el choque contra Italia fuera el no va más de la selección balcánica, pero sí que llegó al minuto noventa con el marcador a favor y, por tanto, con el segundo puesto y el pase a los octavos de final. Zaccagni, en el 97 acabó con la ilusión.
Italia sí que estará en los octavos de final, pese al sufrimiento y la sensación de que es tan competitiva como siempre, pero le falta algo más para que se la considere favorita. Contra España no tuvo nada que hacer, pero llegó con vida hasta el final, remontó frente a Albania y reconquistó el segundo puesto contra Croacia en la última jugada después de mostrar verdadera impotencia frente a la defensa rival.
Italia no quiso jugar hasta que no tuvo el marcador en contra. Como el empate le era bueno, iba contra su esencia arriesgar. Dio el mando a Croacia y esperó a que no pasase nada. Eso era ya un triunfo. En la primera mitad, Croacia puso más interés, tiros lejanos y dominio, pero no está tan poco para lanzar cohetes y hacer fiestas.
Sí que aumentó el ritmo al comienzo de la segunda parte, marcó y se echó para atrás. Spalletti sacó a Chiesa, a Scamacca, buscó alternativas arriba, abrió el partido por las bandas e Italia tuvo un ratito en la segunda parte que parecía amenazante. No duró mucho. Croacia parecía más entera. Pero el partido se le hizo muy largo, demasiado, Modric, demasiado.
