La gallega, como tantas otras comunidades en España, ha sentido la necesidad de emigrar desde tiempos inmemoriales en busca de fortuna o por absoluta necesidad. Un impulso que sigue teniendo representación en la 'aldea global' a la que llamamos mundo actual. Óscar Bruzon (Vigo, 1977) conoce bien esta sensación. El técnico español, como muchos antes, acabó pronto con su carrera futbolística debido a las lesiones y, tras trabajar entre cubículos durante una buena temporada, sintió la necesidad de volver a los terrenos de juego, pero esta vez como entrenador. Tras abandonar España en 2013 gracias al chivatazo de un contacto, una década después, es uno de los perfiles más exitosos del fútbol asiático, asentado en Bangladesh, en el sudeste del continente, donde ha ganado las tres últimas ligas con los Bashundhara Kings y ha acabado dirigiendo a la selección nacional los dos últimos meses por «petición expresa» de la Federación. Una historia de adaptación, pasión y, sobre todo, mucho fútbol.
Bruzon atiende a ABC ya en Bangladesh, pero tras pasar unas merecidas vacaciones en su Vigo natal. «Hacían falta» esgrime, casi con alivio, con esa voz tan pausada y reflexiva que abunda entre los entrenadores de fútbol. El español acabó hace unas semanas la temporada, tras dirigir a los Bashundhara Kings en la Liga y a la selección nacional el pasado verano en la SAFF Championship, el torneo internacional más importante en esa zona del mundo. «Llegamos a las semifinales y nos eliminaron con un penalti, totalmente injusto, en el minuto 89», explica Bruzon con al espina clavada.
Esta es la última estancia de una carrera que comenzó con la promesa de tantos otros jóvenes de la provincia de Pontevedra: triunfar en el Celta de Vigo. Bruzon, tras retirarse como futbolista en 2003 y trabajar en la banca, donde le «fue muy bien», fue asaltado por la necesidad de volver al césped. Como excanterano, ingresó en el fútbol base del Celta, un conjunto que apuesta por técnicos locales. Sin embargo, Bruzon veía una enorme montaña de competencia en el equipo gallego para aspirar a los filiales potentes o incluso al primer equipo. Fue entonces, en 2013, cuando un amigo que trabajaba en el fútbol indio le avisó de que había oportunidades en Asia para entrenar y, sin dudarlo, se embarcó en la empresa. «Aposté fuerte por mí. Me llamaban loco y al final los locos fueron ellos». Tras pasar por India (Mumbai FC) y Maldivas (New Radiant), con un pequeño paréntesis (2016) en el Mallorca junto a su mentor Fernando Vázquez, ahora es todo un icono en el fútbol bangladesí.
La burbuja del fútbol
Bruzon está totalmente asentado. Es reconocido por su trabajo y la Federación le tiene en alta estima, tanto que durante su presentación como seleccionador de forma temporal le definieron como el técnico «más exitoso del país». Incluso imparte clases para entrenadores locales, donde intenta transmitirles la metodología occidental. Pese a que Bangladesh es un lugar caótico, de más de 167 millones de habitantes y con problemas de pobreza y corrupción, el fútbol es una burbuja también allí. El gallego vive en una superinstalación construida por la Federación, con casas de alta gama e incluso campos de golf. Un búnker desde donde reflexiona. «En Europa jugamos en un entorno profesional desde pequeños y pensamos que en todo el mundo es así. Aquí hay talentazos, pero llegan a las ligas profesionales con muy poco bagaje, sin pulir», explica. Como narra el entrenador, lo que ha hecho que su equipo «rompa la banca» es el estilo español: «Nosotros lo que hemos hecho es implantar nuestro juego, el fútbol de posesión. Aquí los equipos juegan como en España o Inglaterra en los ochenta, mucho más físicos y caóticos. Por eso hemos marcado diferencia».
Bruzon refuerza la idea de que al español, tanto jugador como técnico, se le sigue valorando ampliamente fuera de Europa. También hay espacio para algunos momentos un tanto agridulces, como cuando fue segundo de Nikolas Anelka en el Bombay. Una serie de desavenencias con el famoso jugador francés le hicieron salir del equipo, aunque ese camino le llevó a donde está ahora. Tampoco descarta volver al Viejo Continente, se siente más que «preparado».