El Atlético de Madrid tiene una mina en Luis Suárez, el gol hecho carne, un delantero tan voraz que nadie le cuestiona ni su estado físico ni sus arrebatos porque en lo suyo es el mejor. Es incalculable el valor de un jugador así y más en este Atlético pasional que anoche, como de costumbre, le vio las orejas al lobo y al final sacó un empate ante la estupenda Real Sociedad, que sigue líder porque se lo merece y eso es una excelente noticia para esta Liga. En una reacción eléctrica, con Joao Félix moviendo los hilos y Suárez hinchando sus estadísticas, los rojiblancos mantienen el tipo y la Real se da por satisfecha con el punto pese a tener una ventaja cómoda al inicio del segundo tiempo. Menos es nada.
Hay mucho y muy bueno en la Real, un líder serio que tiene múltiples virtudes se mire por donde se mire y que vive feliz en las alturas, sin miedos ni vértigos al frente del pelotón pese a que ayer pudo dar un golpe de autoridad que se quedó en un amago. Es un equipo alegre, con gusto y dispuesto a jugar a la pelota, que no todo el mundo la quiere, y anoche atormentó durante una hora a un Atlético que empezó de maravilla, pero que a los siete minutos se vio por debajo en el marcador otra vez y que le tocó gestionar un partido completamente diferente al planificado. No es nueva esa sensación en los rojiblancos, ya es una tradición ir siempre a remolque, pero esta vez no se le puede reprochar falta de atención, actitud o lo que sea, pues su puesta en escena animó a los 50.000 fieles que acudieron al Metropolitano en la fresca noche otoñal. Simplemente fue víctima de un error, una pérdida de Joao en el centro del campo que derivó en una contra magnífica de la Real, cuatro toques y gol. Silva para Mikel Merino, Merino para Isak, Isak para Sorloth y Sorloth a la cazuela ante la extraña salida de Oblak, que de vez en cuando también falla. Un gol rapidísimo que dibujó un escenario inesperado.
Había alterado Simeone el plan desde el inicio, recuperando la defensa de cuatro y juntando por primera vez a Joao Félix, Griezmann y Suárez (además de Lemar), qué plantilla tiene el argentino y qué poco le pega mezclar tanto talento y entregarse a la alegría. En cualquier caso, le salió la noche torcida y ese zarpazo del gigantón Sorloth fue demasiado duro, un golpe que le dejó demasiado aturdido en ese primer tiempo. Principalmente porque no le dejó la Real de Imanol Alguacil, que tiene un ejército de virtuosos en ataque y que encima defiende con muchísima seriedad. Mikel Merino gobierna con autoridad, a Silva aún le queda algo de magia y encima tiene un tesoro en Isak, un futbolista descomunal que compensó la ausencia de Oyarzabal, lesionado. El sueco tiene cosas de estrella y ha dado un salto importante, con galones incluso para ejecutar las faltas peligrosas. En una de ellas, ya en la reanudación, sorprendió a Oblak, que muy de vez en cuando también falla hasta dos veces.
Joao toma el mando
Para entonces, Simeone ya había movido ficha dejando a Lemar en la caseta para rescatar a Carrasco, que le dio otro aire al equipo. Fue a partir del 0-2 cuando por fin se animó el Atlético, a lomos de un Joao que ya parece otra cosa, tan enchufado que solo se le puede frenar a base de estaca y agarrones. Su despertar, además de los cambios de Simeone, contagió a los suyos y también atemorizó a la Real, hipnotizada y desnortada. Se benefició Suárez, primero con un gran cabezazo y luego con un penalti de VAR, es insaciable.
Lo buscó el Atlético hasta el final y se defendió como pudo la Real, a la que se le hizo demasiado larga la pelea. El empate, en cualquier caso, fue lo más justo y mantiene a la Real en cabeza hasta que se ordene la Liga, una Liga que persigue Luis Suárez.
