El Tenerife se reconfortó de su preocupante situación clasificatoria al derrotar por 2-0 a un Girona muy superior pero que no sólo se vio sorprendido por la máxima eficiencia canaria, sino que, además, fue incapaz de disparar a puerta pese a su más que manifiesto dominio.
La solidez y confianza con la que el Girona saltó al césped del Heliodoro le permitió cercar a su rival en campo propio, pero cuando todos los pronósticos hacían presagiar la consecución de algún tanto, sorprendentemente el gol llegó, pero no a su favor, sino a la del equipo insular casi que sin hacer mérito alguno.
Un centro desde la izquierda de Alex Muñoz en el minuto 7 lo aprovechó Bruno Wilson en el segundo palo para, de cabeza, cruzar el balón y alojarlo en la meta visitante. Un tanto que únicamente modificó el marcador, puesto que balón continúo en posesión catalana.
Superada la media hora de juego llegó la primera clara ocasión gerundense. Una jugada personal de Bárcenas acabó con un disparo cruzado del atacante que Dani, con una pierna, rechazó, aunque a renglón seguido fue Fran Sol el que, por el contrarío, sí logró la máxima eficiencia al anotar a placer tras pase de Bermejo.
Con esta inesperada ventaja local se alcanzó el tiempo de descanso, para reanudarse poco después el juego con la misma premisa: un Girona como claro dominador y un Tenerife replegado no sólo para defender el resultado, sino también para tratar de sorprender a su rival.
Pero esta mayor posesión catalana no fructificó de la manera deseada para sus colores, mientras que, por el contrario, la estratagema insular sí que dio los máximos frutos al no encajar tanto alguno y, de paso, certificar un triunfo que hará un poco más digerible este controvertido parón navideño.
Ambos equipos jugaron con diez desde el minuto 68 por las expulsiones del local Alberto y el visitante Nahuel Bustos por agresión mutua.
