Galicia es una de las comunidades preferidas de España para pasar unos días de desconexión. Su clima, gastronomía y paisajes idílicos le convierte en el destino de cientos de turistas cada año. Pontevedra tiene gran parte de culpa. En esta provincia encontramos pueblos únicos en los que nos podemos perder por sus calles. Aunque es en la propia ciudad donde también veremos lugares maravillosos.
Illa das Esculturas, también conocida como Illa do Covo, es uno de esos enclaves que debemos visitar si estamos en Pontevedra. Con 70.000 metros cuadrados y situado en la zona del río Lérez está declarada como Lugar de Importancia Comunitaria (LIC), formando parte de la Red Natura 2000. Es en esta especie de museo al aire libre donde encontramos una gran variedad de especies, la mayoría protegidas por la Ley del Patrimonio Natural.
Este espacio destaca tanto por la naturaleza que le rodea como por el arte. Y este último aspecto el que reina en la zona. En todas las obras de Illa das Esculturas está presente el granito, haciendo un homenaje a este material propio de la cultura gallega. En el área se pueden descubrir las obras de hasta doce artistas tanto nacionales como internacionales. Cada uno de ellos realizó una obra relacionada con el paisaje, la tradición o la historia de la escultura y la piedra. Por eso, este lugar está considerado como uno de los mayores museos de arte contemporáneo al aire libre de la región.
‘El laberinto’ de Robert Morris es una de las obras más representativas. Está considerado como uno de los más antiguo de Europa. Para el autor este laberinto representa la alegoría de la vida, es decir, sabemos cuando entramos, pero no cuando vamos a salir. Con unas paredes de dos metros de alto y muy poco espacio entre ellas, puede llegar a dar una sensación de agobio.
Por otro lado, en ‘Los 36 Justos’ del gallego Fernando Casas encontramos representada, a través de una simulación de troncos de árboles quemados y cortados, una tradición hebrea en la que 36 personas diferentes (origen, clase, raza o religión) fueron escogidas para mantener el equilibrio entre la vida y la muerte.
En la obra ‘Cielo Acostado’ de Giovanni Anselmo, el autor hace referencia al infinito con una escultura de 120 centímetros de altura que se proyecta al cielo buscando acortar la distancia. También podemos ver una gran columna de granito rosa de Porriño que pertenece al alemán Ulrich Rückriem. O una casita de granito gris sin paredes ni ventanas creada por el portugués José Pedro Croft que trata de simbolizar la relación que existe entre el hombre y la naturaleza.
Los ocho bancos de Jenny Holzer están grabados con distintas frases. Sus objetivos son claros. Por un lado, ofrece un asiento a los visitantes y, por otro, invitarles a la reflexión. La pirámide de Dan Graham es digna de admirar por los seguidores de Zelda, puesto que está relacionado con el reino de Hyrule y la trifuerza. Podemos ver representada una pirámide que contiene otras tres invertidas.
La obra titulada ‘Saavedra’ del escultor y poeta gallego Francisco Leiro se encuentra en el remanso del río y representa un salón de piedra donde podemos reconocer un sofá y una librería. De gran belleza es la creación de los artistas franceses: Anne Houllevige y Patrick Poirier. Es un camino flanqueado por piedras que atraviesa hasta cuatro arcos metálicos con enredaderas.
‘Línea de Pontevedra’ de Richard Long consiste en una línea recta de unos 37 metros de largo que está construida con 17 toneladas de granito blanco. ‘Petararca’ de Ian Hamilton Finlay está compuesta por tres medallones de losa verde de Lugo que cuelgan de los árboles. En cada uno de ellos aparece el nombre de Petrarca y unos números romanos que hacen referencia a tres sonetos de este poeta. Y por último, ‘Xaminorio Xunquemenes Abay’ del pontevedrés Enrique Velasco es una obra que habla de recuerdo y vivencias en este río.
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