Para Miguel Grande, de 24 años, todo empezó con Blade Runner en Bachillerato. El largometraje le encendió «la curiosidad por la biología, crear y descubrir dónde está la frontera entre la consciencia y la realidad». En ese momento, su plan de estudiar Filosofía se desvió hacia la ciencia y se decidió por la ingeniería biomédica. Estudió en la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), pero era consciente que tendría que irse fuera porque vio que «lamentablemente» España lleva «un ritmo lento con la investigación». Tras dos años en Estados Unidos, ha dedicado su verano a crear pieles artificiales en Getafe y a transmitir su labor en TikTok. Lo que no sabía cuando se creó la cuenta era que, gracias a sus seguidores, ahora podrá cumplir su sueño.
Aun así, al joven de Leganés le gusta contar la historia desde el principio. Terminó el último curso de la universidad con un objetivo claro: crear tejidos y órganos artificiales y, aunque comenzó a trabajar con este tipo de terapias en el Hospital 12 de Octubre de Madrid, llegó el predicho momento de irse fuera. Tras varios viajes, congresos y cursos en Napolés, Bucarest y Luxemburgo, cruzó el charco hasta el Massachusetts Institute of Technology (MIT), centro de referencia de Ingeniería de Materiales y cursó su último año en el Harvard Medical School. En Massachusetts trabajó en la creación de una nariz artificial con capacidad de oler y en Harvard colaboró en la creación de retinas artificiales.
Tras esto, recibió un correo con remitente del Imperial College London, institución líder junto al MIT, con su admisión en el Máster en Ciencia e Ingeniería de Materiales Avanzados, el mejor del campo y la formación de sus sueños. Pero la burbuja de felicidad estalló al conocer el precio de la matrícula: 47.000 libras (casi 55.000 euros) y, aunque consiguió una beca de 30.000 libras, no disponía del resto de dinero para poder matricularse, tampoco de los fondos para poder mantenerse allí, ni de recursos para ahorrarlos a tiempo.
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Volvió a Madrid para unirse al proyecto internacional BIOMET4D para la creación de piel artificial de bebés, financiado por la Unión Europea a través de Imdea Materiales, que tiene ubicados sus laboratorios en Getafe. A Miguel su profesión le hace muy feliz, pero, desde que empezó a trabajar, se dio cuenta que la gente no entendía muy bien qué hacía. Por eso divulga sus trabajos en TikTok, donde acumula más de 135.000 seguidores, y busca acercar «lo que parece difícil e inalcanzable» al entendimiento de todos los públicos». «Ver que mis vídeos gustan y despiertan interés en gente que antes no lo tenía me motiva mucho», cuenta.
Fue entonces cuando utilizó esta herramienta para intentar cumplir su sueño… y lo logró. Creó un crowdfunding con un objetivo de 50.000 libras en el que contaba su historia y pedía la colaboración de quien quisiera ayudar. Finalmente, el martes 17 de septiembre, dos horas antes de esta entrevista, lo consiguió: «Las donaciones me han callado un poco la boca, a mí y a los que creemos que en España no interesa la investigación. Particulares me han donado 1.000 euros y empresas hasta 1.500. Ahora me iré, pero mi sueño es volver, crear mi laboratorio aquí y devolver todo lo que el país me ha dado», explica Grandes.
El joven lamenta que en España, pese a que «hay unos profesionales preparadísimos y en otros países flipan con la formación con la que llegan», la investigación avance tan lento. «En Getafe o en mi barrio me paseo por las calle y veo supermercados, tiendas, bazares… En Massachusetts están Obarti, Pfizer, Moderna…. Empresas que están comercializando piel artificial, partes de corazones, páncreas y cachitos de pulmón. Es otra liga. Por eso es importante irse, para verlo, aprender de ellos y querer que esté aquí», continúa.
Al preguntarle sobre por qué piensa que en España existe esta situación, responde que es fruto de la falta de esfuerzo por acercar la ciencia a la realidad. «No solo en España, yo como joven lo veo a nivel de Europa. No sabemos trasladar lo que es la investigación o el artículo científico a lo tangible y es normal porque es difícil. La clave está en crear productos. En Estados Unidos la rutina diaria son reuniones con empresas que compran patentes y producen inmediatamente con eso. Ahí es cuando la población ve el avance y, por tanto, cree que la ciencia sirve. De hecho, creo que es lo que ha pasado con mi caso. Cuando la gente ha visto que puedo crear pieles de bebé, han confiado en mí«, concluye.