El tiempo de vacaciones toca sus últimos compases y ya te empiezas a agobiar pensando en la vuelta de los madrugones, los interminables atascos, los insoportables compañeros y tener que volver a aguantar los caprichos de tu jefe. Esa ansiedad tiene un nombre: Síndrome posvacacional.
La comunidad científica no ha llegado a un consenso sobre la existencia real del síndrome posvacacional. Es decir, no está aceptado como enfermedad en las principales clasificaciones internacionales, pero eso no significa que las personas no experimenten su sintomatología.
Sin embargo, se cree que este fenómeno psicológico surge porque, en muchos contextos, el trabajo se percibe como una actividad con connotaciones negativas, obligatorias y que implican un sacrificio para quien la sufre.
Según explicaba la psicóloga Patricia Alós, “el síndrome posvacacional nos genera ansiedad, tristeza, cansancio y apatía, e incluso a veces puede ir acompañado de falta de concentración y somnolencia, llegando a afectar en torno al 30% de los adultos. Las personas con menor tolerancia a la frustración y menos resiliencia son más susceptibles a presentar estos síntomas”.
Al parecer, la duración del tiempo de vacaciones también está relacionado con la aparición de estos síntomas. “Son más propensos a mostrarlos aquellas personas que disfrutan de periodos vacacionales largos, frente a pequeños descansos a lo largo del año, puesto que la desconexión laboral que se hace es mayor”, asegura la especialista. Si estos síntomas se prolongan durante más tiempo, se corre el riesgo de caer en un síndrome de ansiedad generalizada o estrés crónico, lo cual requerirá la consulta con un especialista.
La vuelta de las vacaciones requiere una readaptación a la vida laboral, incluyendo cambios de horarios, de obligaciones y, en definitiva, de un estilo de vida muy distinto al que se ha disfrutado durante las vacaciones. Francisco Tabernero, psicólogo y especialista en Ansiedad y Depresión, aseguraba a Onda Cero que este periodo de adaptación a la nueva realidad acostumbra a durar entre una semana y 10 días.
Atendiendo a las conclusiones del ensayo médico de José Antonio Flórez Lozano, catedrático del Departamento de Medicina en la Universidad de Oviedo, lo que comúnmente se conoce como síndrome posvacacional, no es más que un cuadro de estrés provocado por volver a un entorno laboral en el que realmente no te apetece estar.
“Hay que tener en cuenta que aproximadamente un 70% de las personas no se sienten cómodas en sus trabajos. Por tanto, esta inadaptación crónica en su puesto de trabajo va a facilitar la aparición del síndrome posvacacional. […] Muchas de estas personas que se reincorporan a su trabajo van a necesitar ayuda psicológica y/o médica, sobre todo cuando los síntomas presentan una gran intensidad y persistencia en el tiempo. Asimismo, la incertidumbre en su puesto de trabajo, la frustración laboral y la falta de expectativas conducen a numerosos trastornos psicosomáticos”, asegura el catedrático en su ensayo médico.
Tal y como se apunta desde la Clínica Universidad de Navarra, el síndrome posvacacional es un fenómeno con un diagnóstico reciente, por lo que su aparición está relacionada con los actuales patrones de trabajo y de estilo de vida ajetreado.
Eso pone al ámbito laboral, y no al vacacional, en el punto de mira como principal sospechoso de generar los problemas de ansiedad y estrés que se asocian con la aparición de estos síntomas. Para facilitar esa adaptación de las rutinas estivales a la vuelta al trabajo, desde Sanitas recomiendan una serie de pautas para minimizar el impacto de una transición que debe comenzar unos días antes de incorporarse al trabajo.
Los expertos recomiendan no volver de las vacaciones justo el día anterior a la incorporación al trabajo, sino hacerlo con unos días de antelación para que al cerebro le dé tiempo a asimilar el cambio del escenario vacacional al habitual.
Del mismo modo, es recomendable retomar las actividades extralaborales (tareas del hogar, actividad física, etc.) para ir volviendo progresivamente a los hábitos diarios, e ir adaptando los horarios de descanso a los que se tendrán al reincorporarse al trabajo. De ese modo se minimiza la sensación de “jet lag” al cambiar la rutina de sueño a los nuevos horarios y se reduce la sensación de cansancio.
Una de las claves para evitar el síndrome posvacacional, o al menos minimizar su impacto y acortar su duración, es tomarse la vuelta al trabajo con calma.
Durante los primeros días, es conveniente evitar la sobrecarga de trabajo y, en la medida de lo posible, organizar tus tareas para afrontar primero aquellas tareas que resultan menos pesadas o monótonas. Sobre todo, evita a toda costa llevarte trabajo a casa.
Siempre es importante hacerlo, pero en los primeros días tras las vacaciones, es importante hacer hincapié en la desconexión tras la jornada laboral. Caminar después del trabajo puede contribuir a esa desconexión, pero también agendar eventos sociales para ponerte al día con amigos o familiares tras las vacaciones.
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Imagen | Unsplash (Anastasia Nelen)
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Si la pregunta es por qué el trabajo parece peor tras las vacaciones, el síndrome posvacacional es la respuesta
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Rubén Andrés
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