Hace algo más de un año, escribí en este diario una columna titulada "El final de la farsa antifascista". Georgia Meloni acababa de ganar las elecciones en Italia y una oleada se partidos de derecha social y patriota experimentaban en toda Europa subidas significativas elección tras elección. El relato dominante tras la Segunda Guerra Mundial decía que aquel conflicto no hubiera estallado si nuestro continente hubiera tenido menos sentimiento de pertenencia religiosa y nacional. La paz y la prosperidad volverían, o eso sugerían las élites, centrándonos en el IPC, olvidándonos de los ...