Es usual en nuestro tiempo que, al tratar públicamente el tema de la inmigración, políticos y comentaristas eviten hacerlo desde el marco de la política. Sea por simpleza o por malicia, los partidos en el Gobierno y sus apoyos mediáticos buscan encuadrar la discusión en un terreno exclusivamente ético. El objetivo, que no es otro que convertir el asunto migratorio —un asunto político— en una discusión banal donde poder mirar al adversario por encima del hombro y quedar bien ante el electorado, llega a tener tal éxito que los oídos piadosos se escandalizan cuando oyen decir que l ...