El año nunca empieza verdaderamente en enero, sino en septiembre. Volver a la ciudad, al trabajo, a la rutina, a la tan ansiada normalidad para muchos, pero ya con un calor de fin de verano que algo de respiro entrega a los paseos tardíos. Tras las vacaciones y la desconexión de la vida cotidiana, en los últimos días de agosto nos enfrentamos con la verdad existencial tantas veces rehuida por la cantidad de tareas que hacer a la vuelta, pero sabemos si hemos huido en vacaciones de vidas que no sentimos nuestras o somos esos afortunados que sus septiembres les saben a la gloria del hogar. ...