Imputar a Begoña Gómez resultó arriesgado. Citar a su esposo a declarar como testigo se antoja temeridad. Jamás se vio ni lo uno ni lo otro. Ya hubo presidentes del Gobierno llamados a declarar. Nunca por presuntos delitos de corrupción de su cónyuge. Jamás por haber usado la sede del Gobierno para apañar los líos. Ni remotamente por haber asistido a los encuentros de los posibles amaños. Corrupción en los negocios y tráfico de influencias. Hasta tres años. De ahí lo aventurado del paso que acaba de dar el juez Juan Carlos Peinado, un personaje tan sólo conocido por los olis ...