Durante siglos, las mentes europeas se habían intoxicado con relatos fantasiosos de judíos conspirando contra las comunidades cristianas. Lo que hoy llamaríamos bulos iban desde el envenenamiento de las aguas públicas a extraños rituales ocultos regados con la sangre de infantes europeos. Como bien saben algunos de los mayores intoxicadores que pululan hoy por las redes, no hay nada que remueva más los bajos instintos de la población que alguna historia de crueldad cometida contra un niño, que condimentado con algún prejuicio racial genera una coctelera explosiva. Ese fue el caso de l ...