A poco que hayan visto algún documental de animales sabrán lo que pasa cuando los bóvidos acuden a beber al río. El ñu, la gacela de Thompson, incluso el elefante, beben con un ojo puesto en el agua y el otro vigilando. Porque su instinto les advierte del peligro, dado que los depredadores están al acecho para pillarlos con la guardia baja y zampárselos tan ricamente. Es la ley de la naturaleza. Hay quien mata para sobrevivir y quien huye por la misma razón. Trasladado a la política española, la pregunta es si Feijoó debería negociar con Sánchez el desbloqueo del Consejo Genera ...