En estos días he percibido en colegas y conocidos, no necesariamente identificados con posiciones conservadoras, cierta decepción. No les ha convencido lo que pasó el domingo en Cataluña. El mejor resultado de un partido no nacionalista en la historia, la primera vez que desde 1980 los nacionalistas no tienen mayoría en el Parlament, y no estamos contentos. ¿Razón? Cualquier cosa menos darle a Pedro Sánchez un clavo al que agarrarse. Así estamos. Hasta ese nivel de absurdidad nos ha conducido la polarización extrema que el propio Sánchez se ha encargado de alimentar. Hasta ese punto ...