A modo de película surrealista, España atraviesa una bochornosa crisis institucional, convivimos a diario con un Parlamento que ni está ni se le espera, en que normalizamos los insultos y no hay intercambio de ideas ni enriquecimiento con la diversidad de un debate, fruto de las distintas sensibilidades de la ciudadanía. Este apagón intelectual viene propiciando una parálisis en el normal funcionamiento de las instituciones, parálisis que ahora parece querer subsanarse mediante la presentación de aceleradas enmiendas a leyes consolidadas durante todo el periodo democrático, que se ...