En un país capitalista que se precie, incluso en un descosido país de países como este, la emergencia habría colocado ya, en lo más alto de una torre, a un mozo bien parecido tocando atropelladamente una corneta. Lo conveniente, pues, sería elevar la voz de alarma con urgencia, que después son todo caras largas y tragedia, que después todo es barro, suplicio y cabezas aporreando la pared. Solo se trata, hasta el momento, de un rumor de aspecto inofensivo, casi de un chiste grotesco, una ocurrencia de niños, p ...