El Palacio de la Moncloa ha cobrado estos días un inconfundible aspecto rosáceo. No se trata de un homenaje del orgullo gay que ahora llega sino de una extraña simbiosis con la Casa Rosada, sede de la presidencia de la República argentina. El mimetismo poco tiene de cromático. Es netamente ideológico y hasta estratégico. Desde el severo revolcón andaluz, Pedro Sánchez se encuentra en un avanzado estado de peronización que se traduce en absurdas iniciativas y en estrafalarias decisiones. To ...