“Era una selva”. Así justificaba este jueves el alcalde de Madrid la falta de diligencia a la hora de controlar que dos desaprensivos, en lo peor de la pandemia de finales de marzo, cuando 1.300 personas morían cada día solo –y muchos solos- en Madrid decidieran hacer negocio con la compra de mascarillas, guantes defectuosos y tests que en su mayoría no funcionaban y acabaran inflando l ...