Acababan de pasar los nacionales y un grupo de chavales desenterraba a la Cibeles. En un gigantesco montículo de arena, los críos celebraban, brazo en alto, la toma de Madrid por parte del bando sublevado. Era el 29 de marzo de 1939, y la diosa madrileña había aguantado la respiración dos años de bombardeos del bando franquista y sus aliados nazis, bajo un caparazón de ladrillos y tierra. Las primeras fotos del Madrid franquista todavía tienen escondidos tras ladrillos y sacos de arena algunos de sus monumentos. Cinco días después del golp ...