Sueñan durante cuatro años con una marca personal, con una medalla, y en apenas unos minutos la competición responde a esas expectativas. La alerta de Simone Biles sobre la salud mental en Tokio 2020 permanece en el tejido deportivo, donde buscan alejarse de la validación del resultado y el control sobre lo ajeno. Pero los datos y la presión a veces cogen el timón, manifestándose tras una competición donde se trabaja en evitar síntomas de depresión tras los Juegos Olímpicos. Con o sin el objetivo, las metas se redefinen y la identidad se cuestiona. El trabajo para enviar la ‘depresión post-olímpica’ es relevante.
El análisis del rendimiento tras París 2024 comienza cuando las emociones marcadas por el resultado parecen un mar en calma. Dejar que el deportista maneje sus tiempos para sentarse a observar es fundamental para su salud mental. “Después de una competición es importante el proceso de aceptación y sobre todo reestructuración cognitiva, que el deportista pueda entender que su valor no está definido por el resultado, sino que hay que atender al esfuerzo, la dedicación, el camino y el proceso”, explica la psicóloga deportiva Tamara Arroyo.
Aunque es imposible saber cuántos deportistas experimentan una ‘depresión’ post-olímpica por la falta de estandarización y el persistente tabú en algunas sociedades, diferentes estudios han tratado de analizar el impacto mental de una competición tan relevante en sus vidas. Bajo estado de ánimo, pérdida de identidad y cambios en las intensas rutinas son conceptos que emergen tras la competición. El vacío tras conseguir el objetivo o la frustración por no haberlo hecho son sensaciones recurrentes.
Cuando se consigue el objetivo marcado durante cuatro años, al deportista le falta su identidad. “Tenían una estructura enfocada en una marca, 24 horas del día vertebradas para ello, y ahora no está. Es una sensación similar al proceso de retirada. Tenemos que redefinir metas, proponer nuevos desafíos y prevenir un estancamiento emocional que les produce tener una identidad como deportistas. Sin este objetivo, ¿quién soy yo?”.
Para Arroyo es crucial implementar nuevos objetivos desde un punto de actuación lo más neutral posible a nivel emocional. “La mayoría de las veces se consigue el objetivo, pero hay otras que no. Y ahí es donde el deportista, que no deja de ser persona, conecta con sentimientos de fracaso, frustración, tristeza e incluso síntomas de depresión en algunos casos tras los Juegos Olímpicos”.
El autodiálogo y las herramientas de una terapia cognitivo-conductual, explica Arroyo, son fundamentales para este proceso. “Yo veo el cuerpo de la saltadora en el salto, pero no sé lo que piensa si no me lo cuenta o lo describe. Es importante que entiendan que el rendimiento tiene cuatro patas: técnica, táctica, física y psicológica. Y las tres primeras no dependen de mí, pero la cuarta es el timón en la toma de decisiones”.
Además de las expectativas personales, durante los Juegos Olímpicos entran en acción la presión mediática y de patrocinadores, algo que al finalizar la competición se suma a la posible ausencia de planes a largo plazo. “La pérdida de la estructura diaria puede incrementar la vulnerabilidad a la depresión”, dice Arroyo.
Cata Coll, portera de la selección española de fútbol, lamentó que sus errores en la semifinal de los Juegos Olímpicos de París 2024 alejaran a España de las medallas. “Por mi culpa no lo hemos logrado”, decía en declaraciones a la televisión balear IB3. Este sentimiento puede ser un “factor emocional devastador” de no manejarlo correctamente. “Corren el riesgo de experimentar ansiedad y disminución de la confianza en sus habilidades. Pueden tomar distintas decisiones basadas en esta experiencia”, explica Arroyo sobre posibles síntomas de depresión post Juegos Olímpicos.
Manejar la culpa de manera constructiva es otro de los trabajos que se realizan con los deportistas después de una competición. “Puedo incluir técnicas de reestructuración cognitiva para cambiar la percepción del error como una oportunidad de aprendizaje en lugar de un fracaso absoluto. Es conveniente fomentar un ambiente de equipo donde se promueva el apoyo mutuo y se minimicen las críticas destructivas. Con el enfoque adecuado, los errores son oportunidades para el fortalecimiento de la cohesión del equipo”.
Entrevista Tamara Arroyo
«The Aftermath of the Olympic Games: A Systematic Review of Psychological Well-being in Olympians» (2018)
«Post-Olympic Blues: The Psychological Impact on Elite Athletes After the Olympic Games” (2016)
«Depressive Symptoms in Elite Athletes: A Systematic Review and Meta-Analysis» (2020)
«The Relationship Between Achievement Goals and Mental Health Among Olympic Athletes» (2017)