Las Pruebas Nacionales Estandarizadas que el Ministerio de Educación Pública (MEP) aplica desde el 2023 tienen un efecto compensatorio que encubre las bajas calificaciones que los estudiantes puedan obtener en una o varias materias específicas.
Esto quiere decir que si un alumno de último año de escuela o colegio saca un mal resultado en alguno de los exámenes, su nota final en realidad será el reflejo de la sumatoria de las puntuaciones logradas en todas las asignaturas.
“La idea es que (la prueba) tenga efecto de compensación”, explicó Álvaro Artavia Medrano, encargado de la Dirección de Gestión y Evaluación de la Calidad del MEP.
“Antes teníamos una prueba de bachillerato (en colegio) de todas las materias y si el estudiante se quedaba en una no se graduaba; ahora ya no. Cuando le llamamos componente (a las asignaturas en la prueba) es porque se suman y juntan una sola pieza”, aseveró.
Consultado sobre qué pasa si, por ejemplo, un alumno obtiene un resultado excelente en una materia pero uno malo en otra, Artavia contestó: “Todo suma”. Alegó que las personas “no estamos divididas entre sí nos va bien en una materia o en la otra”.
La aplicación de este criterio de compensación en las pruebas del MEP genera dudas y advertencias entre especialistas del área académica.
Eiliana Montero, integrante de la Comisión Interinstitucional de Estándares de Calidad para Pruebas Estandarizadas de Alto Impacto en el contexto académico y profesional costarricense, sostuvo que este tipo de examen causa un problema para los estudiantes y la sociedad.
Montero comentó que a nivel de secundaria se ha apostado por la enseñanza por asignaturas y que, por lo tanto, la evaluación tiene que corresponder a cada una de esas materias porque así está estructurado el sistema.
“Ese sistema de combinar todas las notas en una sola está diluyendo la información en términos de cómo están los rendimientos específicos de cada asignatura.
“Es deber de nuestro sistema educativo, a nivel de primaria y secundaria, dar una formación integral, una educación de calidad en todas las asignaturas. El deber es valorar en evaluación cada asignatura específica”, aseveró.
Para esta doctora en Medición y Evaluación Educativa, un sistema compensativo provoca, como lo han señalado las universidades, que los egresados de colegio lleguen a la educación superior con conocimientos deficientes en Matemáticas, Ciencias y comprensión de lectura.
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“Puede ser que precisamente es algo que no se detectó y no se remedió en el momento que tenía que ser que era cuando estaba en el colegio. Entonces, es generar expectativas que no son adecuadas y que son engañosas para los estudiantes”, manifestó Montero.
Para Karla Salguero Moya, exviceministra académica del MEP, lo más importante que se debe hacer con las pruebas, sean compensatorias o no, es que los resultados sean utilizados en los diferentes niveles educativos para mejorar las prácticas.
Salguero consideró que la información obtenida también debe permitir tener claro dónde están las brechas y vacíos, y de esa forma apuntar a una mejora institucional, capacitación docente y actualizaciones curriculares.
“Si la prueba estandarizada compensatoria nos está mostrando que existen vacíos cognitivos, necesidades en los estudiantes que no se están atendiendo desde el centro educativo, es fundamental buscar los mecanismos para que los resultados nos den las herramientas para mejorar el sistema educativo”, afirmó.
Consideró que mientras no se comunique lo que está diciendo la prueba y se transforme en acciones de mejora, el país va a continuar en un círculo en el que no necesariamente se está mejorando la calidad de la educación.
Eiliana Montero expresó que en el MEP hay personal con conocimiento y experiencia para elaborar las pruebas, pero que se requiere orientación para que estas se valoren como herramienta para el mejoramiento educativo.
La Nación envió consultas a la ministra de Educación, Ana Katharina Müller, para conocer cuál fue el propósito de realizar una prueba compensativa. No obstante, al cierre de esta información no se había recibido respuesta.
De igual forma, este diario intentó conversar con algún miembro del Consejo Superior de Educación (CSE), órgano que propuso esta prueba, pero tampoco fue posible concretar alguna entrevista.
Álvaro Artavia, de la Dirección de Gestión y Evaluación de la Calidad del MEP, señaló que la nueva herramienta de evaluación no se enfoca en contenidos tradicionales como fecha, dato, ni personaje, sino en aspectos más acordes con política educativa que data del 2016.
“Esta política pide enfocarse en conocimientos y habilidades, resolución de problemas, comprensión de lectura y pensamiento crítico”, aseveró.
Al año, el MEP realiza dos pruebas: Una se aplica en la primera parte del curso lectivo, es diagnóstica y sin calificación.
La otra se ejecuta en los últimos meses del año y es sumativa. En el caso de primaria consta de cuatro componentes (materias) y vale 120 puntos; la de los colegiales tiene cinco componentes y un valor de 175 unidades.
Durante el periodo de aplicación, los alumnos realizan un examen diario (uno por cada componente) y al final se suman todos los ítems buenos: la nota global es la misma para todas las materias.
Este 2024, el resultado de la prueba estandarizada sumativa representa un 40% de la nota final del alumno. El restante 60% corresponde a trabajo en el aula, proyectos extraclase y las e
Carlos Seinor, egresado y alumno destacado del Colegio Técnico Profesional de Batán, en Limón, relató a La Nación que la prueba compensatoria benefició a compañeros suyos que tenían dificultades con Matemáticas.
“Esto salió bien para mis compañeros a los que les costaba Mate, pero que sí eran buenos en otras materias. Cuando todo se sumaba les compensaba y algunos pasaron el año por estas pruebas”, comentó el actual estudiante de Arquitectura.
Indicó que, en su caso, se vio afectado en el componente de Ciencias porque durante la pandemia no recibió la materia de Física Matemática como se debía. Sin embargo, sostuvo que su promedio se mantuvo alto porque salió muy bien en Español.
Por su parte, un docente de secundaria y aplicador de estas evaluaciones reconoció que las pruebas estandarizadas “son compensatorias totalmente”.
“El hecho de que sea una sola prueba con diferentes componentes, permite que el estudiante, aunque no tenga inteligencias múltiples o una habilidad muy marcada en una asignatura, eso no vaya a ser impedimento para que pueda aprobar”, expresó el profesor.
El año pasado, el valor de la prueba fue de un 30%. Un estudiante de quinto año comentó a este diario que en esa ocasión sacó un 18,69%. Ese fue su resultado tras sumar todos los ítems buenos que obtuvo en los cinco componentes (asignaturas) evaluados.
La asignatura en que mejor le fue es Educación Cívica, donde logró 29 puntos buenos de 35. Mientras tanto, en Matemática solo acertó en 12 de los 35 ítems. Sin embargo, su nota fue igual para todas las materias porque las calificaciones más altas compensaron las más bajas.
Desde el 2023, el Ministerio de Educación Pública aplica a estudiantes de sexto grado y de undécimo y duodécimo año una prueba diagnóstica al inicio del curso lectivo para medir su nivel de conocimiento.
La prueba señala si el alumno se encuentra en nivel básico, intermedio o avanzado en cada componente (asignatura).
Álvaro Artavia, encargado de la Dirección de Gestión y Evaluación de la Calidad del MEP, destacó que esta evaluación le permite al escolar y al colegial conocer qué saben y en qué pueden mejorar para salir mejor en las pruebas sumativas de final de año.
Eiliana Montero, especialista en Medición y Evaluación Educativa, comentó que se desconoce de dónde sale la metodología para saber qué se puede clasificar en los tres niveles de resultado que arroja la prueba diagnóstica.
Consideró que dicha clasificación es engañosa porque puede generar interpretaciones equivocadas y ejemplificó con el caso de estudiantes que egresan de secundaria.
“¿Qué significa que un estudiante sea avanzado? Avanzado significa que está en un nivel alto, sin embargo, hay gran contradicción entre eso y los niveles que tienen los estudiantes que entran a la universidad.
“El básico quiere decir que lo ha logrado de manera básica, ¿por qué no llamarlo deficiente? Algunos expertos podrían decir que son conocimientos insuficientes”, señaló Montero.
Según el MEP, la categoría de básico “denota un desempeño estudiantil poco satisfactorio”. Un resultado intermedio “denota un desempeño estudiantil en proceso para alcanzar el dominio”, mientras que avanzado “corresponde a un dominio satisfactorio de conocimientos, habilidades y destrezas escolares incluidas en los componentes evaluados”.
La Nación tuvo acceso a los resultados de una escolar que realizó este año la prueba diagnóstica. A ella le informaron por escrito que en Español y Ciencias se ubicó en nivel intermedio, mientras que en Matemáticas y Estudios Sociales quedó en avanzado.
En Estudios Sociales, por ejemplo, le hicieron saber que comprendía, a partir de un texto, la vigencia de los principios democráticos de la independencia y que distinguió los aportes de la Colonia a la sociedad costarricense en un contexto que descubre las características demográficas en ese periodo histórico.
También supo ubicar temporalmente el periodo de Conquista de Costa Rica. En este componente obtuvo 19 ítems buenos de 30.
En el apartado en el que se le da a conocer en qué puede mejorar, se indica: “ya usted se encuentra en un nivel avanzado”.
Álvaro Artavia, de Gestión y Evaluación de la Calidad del MEP, comentó que en el Ministerio utilizan el semáforo como metáfora que indica que estar en nivel básico es estar en rojo, el intermedio en naranja y el avanzado en verde.
“Es como una red flag (bandera roja), algo que debería llamar la atención al estar en nivel elemental de conocimiento. No esperaríamos que después de seis años un estudiante esté todavía en lo básico; se esperaría que esté en intermedio o avanzado”, dijo Artavia.
Aseveró que el MEP antes pagaba consultorías y que son esos mismos consultores quienes ahora critican la metodología actual.
“Si usted les sigue preguntando, ellos van a seguir diciendo que son metodologías que no entienden porque ellos no las han dicho. Lo importante es decir que si un estudiante se ubica en nivel básico, le hacemos una descripción de lo que sí puede hacer, pero también de lo que le falta por avanzar”, aseveró.
Con la incorporación de las pruebas nacionales estandarizadas, la manera de realizar las preguntas a los estudiantes cambió: antes se les consultaba por características y definiciones, ahora al alumno le presentan un texto y le preguntan cuál es la idea.
“Quisiera resaltar la ventaja de que los programas de estudio y la evaluación nacional están totalmente alineados y eso no lo habíamos logrado antes”, comentó Álvaro Artavia, del MEP, quien señaló que fomentar una cultura de evaluación toma tiempo.
“Y lleva que al principio la gente tenga que hacer adaptaciones. Entonces el problema es nunca dar el paso, porque la gente siempre se va a quedar en menos si no hacemos la transformación”, comentó.
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Al respecto, la exviceministra académica Karla Salguero consideró que la elaboración de las pruebas nacionales tiene que estar contextualizada en la realidad de los docentes y estudiantes.
“Aunque la política educativa es visionaria, los alumnos han tenido que enfrentar un rezago que no ha sido atendido y aún no hay una política remedial para atender los vacíos cognitivos que enfrentan los escolares y colegiales”.
“Entonces, cuando se tiene como referente el deber ser y no la realidad es complejo evaluarla, aunque sé y tengo que decirlo, hay un gran esfuerzo que hacen los equipos técnicos por elaborar una prueba técnicamente buena.
“Pero la realidad es que estamos evaluando a poblaciones que no necesariamente cuentan con las condiciones ideales y esperadas”, advirtió Salguero.