Siempre pensé que el túnel del tiempo era un cuento de ciencia ficción, pero desde que atravesé el último tramo de la Circunvalación norte comprendí que estaba muy equivocado. Luego de sortear montañas de tropiezos, el 4 de octubre concluyó la última fase de una carretera planeada hace más de 60 años para bordear el centro de San José.
El Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT) había indicado que la apertura solo incluiría el tronco central, pues quedaban obras pendientes en las calles marginales y el paso elevado. Sin embargo, nunca se nos advirtió sobre la asombrosa experiencia retro que viviríamos al transitar por los 450 metros de la sección subterránea.
Los rústicos acabados de las paredes y las columnas, por llamarlos de alguna forma, sumergen al viajero en un pasadizo que más parece sacado de la Antigüedad que del siglo XXI. En medio de deformes capas de concreto expuesto, queda la impresión de que en cualquier momento aparecerá la Acrópolis de Atenas, el Coliseo romano o la tumba de algún faraón.
Sin embargo, el conductor no puede darse el lujo de contemplar tan singulares detalles, debido a la cantidad de materiales y trabajos sin terminar que hay en ese tramo. No hace falta ser ingeniero para darse cuenta de que la estética de ese segmento es muy diferente de la del resto de las unidades construidas entre la Uruca y Calle Blancos bajo el mismo contrato.
El ministro Mauricio Batalla alegó que lo importante es que el túnel sea funcional y que más adelante se verá si lo embellecen con “alguna cuestión verde” o si realizan concursos de grafiti. Tales comentarios no solo denotan improvisación; también despiertan dudas sobre las verdaderas razones para apurar la apertura de una obra que todavía no estaba lista.
Surge, además, la interrogante sobre si esos acabados estaban contemplados en el diseño original o si alguien decidió hacer una chambonada para salir del paso. Entonces, pasar por el túnel del tiempo no solo alimenta los comentarios sobre el peculiar gusto del contratista; también atiza las dudas sobre si habrá otras sorpresas fuera del alcance de la vista.
Ronald Matute es jefe de información de La Nación.