Hillary Barquero siempre supo que el fútbol lo era todo para ella, pero no había dimensionado que, mientras libra su partido más importante contra una enfermedad grave, ese deporte que tanto ama se convertiría en su luz de esperanza para recuperar la salud y tener una mejor calidad de vida.
Desde hace dos años, comenzó el calvario para la futbolista de 19 años, a quien deben reconstruirle todo el sistema digestivo. En medio de la desesperación, al saber que requiere de una operación con urgencia, sus papás, Alexis Barquero y Susana García, optaron por poner su casa en venta para costear la cirugía. Sin embargo, eso ya no será necesario.
“Recibimos un donativo bastante generoso de una persona que quiere permanecer en el anonimato, pero nos dijo que lo llamáramos un amigo cercano del fútbol. Eso nos permitió realizar la operación. Además de esa persona, estamos muy agradecidos con la respuesta de toda Costa Rica. Fue hermoso, porque quedamos en shock al ver el apoyo de personas que ni siquiera conocemos”, expresó Susana García a La Nación.
La operación les costará alrededor de ¢10 millones. La cotización inicial estaba en ¢8 millones, pero no se había contemplado que hay que colocarle de nuevo una vía central y comenzar antes con la alimentación parenteral para poder nutrirla, ya que está con muy poca fuerza, según comentó la mamá de Hillary.
Después del procedimiento, requerirán más dinero para la recuperación y los medicamentos, pero en su momento pensarán en eso. Hoy lo principal es la cirugía.
Hillary Barquero tenía menos de cinco años cuando el balón de fútbol se convirtió en su gran pasión. Su papá tenía una escuelita de fútbol en el barrio y ella siempre le decía a doña Susana que quería jugar.
La madre de la joven confiesa que al principio no le gustaba la idea, pero su esposo la convenció. La pequeña empezó a entrenar con el equipo del barrio, que luego se convirtió en mixto y comenzaron a notar su talento.
Hillary ingresó a la Academia Wílmer López, donde entrenó durante unos nueve meses.
“Yo quise sacarla un poco del fútbol y la metí en gimnasia rítmica. Estuvo ahí dos años y después me dijo que no era lo que quería, a pesar de que era muy ágil y flexible, pero que lo suyo era el fútbol. Estaba en Codea y entonces pasó de gimnasia al equipo de fútbol femenino, y ahí empieza la verdadera historia”, relató doña Susana.
Hillary comenzó a entrenar y, en ese proceso de formación, fue ascendiendo de categoría. Jugó con Codea hasta que la franquicia pasó a ser de Liga Deportiva Alajuelense.
No fue seleccionada entre las leonas y pasó a Saprissa FF. Estando ahí, un visor de Sporting habló con ella y con sus padres para que se fuera al equipo albinegro.
“Ahí empezó a jugar, ganó campeonatos, fue capitana, ya estaba entrenando con la Primera División y fue llamada a los microciclos de la Sele. Luego llegó a Herediano, que la pidió, y por la cercanía a la casa y la facilidad para los entrenamientos por el colegio y todo, ella decidió pasarse”, contó su mamá.
Mientras militaba en Sporting y en Herediano, también jugaba fútsal, disciplina en la que compitió en Juegos Nacionales con Codea.
Siendo parte del Team, comenzaron los síntomas a finales de 2022. Eran muy leves y todo apuntaba a reflujo.
Doña Susana la veía vomitar pequeñas cantidades y sospechaba que era por el exceso de ejercicio, ya que Hillary se levantaba en la mañana, iba al gimnasio y luego entrenaba. Después iba al colegio y, al salir, entrenaba fútsal.
La mamá de Hillary puso más atención a las comidas, pero los vómitos no desaparecían y la situación se agravaba.
Llegó el momento en que la joven decía: “No puedo comer, me duele”. Al llevarla a la clínica, les dijeron que había que hacerle varios exámenes y que, efectivamente, podía ser reflujo.
Cada vez que la atendían, la interrogaban para ver si tenía trastornos como bulimia o anorexia.
Para los exámenes, debían esperar varios meses y un TAC que parecía cada vez más lejano. Los dolores de Hillary eran cada vez más intensos, no paraba de vomitar y ya no comía nada.
“El primer TAC reveló el resultado: una condición de pinza mesentérica. Yo no sabía qué era y empecé a investigar y a consultar. Un papá de una futbolista me dijo que tenía un amigo cirujano y le enviamos los resultados. Él nos explicó qué es y que, si Hillary realmente lo tenía, solo con cirugía se puede corregir”, mencionó Susana García.
En una crisis, Hillary llegó descompuesta al hospital y estuvo tres días en observación en urgencias, hasta que se desocupó una cama y la internaron.
“Ahí empezó la pesadilla. Algunos doctores querían operarla y otros no. Un doctor la cuestionaba, le decía cosas horribles, que si era bulímica o anoréxica, que si era la moda del momento para estar delgada. Le colocaron mal una vía central y le ocasionaron un trombo.
“Le entró una bacteria, tuvo que entrar a cirugía, le dejaron una sutura abierta, perdió mucha sangre y le hicieron transfusiones. Yo la vi desvanecerse, fue algo que realmente no le deseo a nadie. Fue duro ver a mi hija casi morada, con los ojos en blanco”, relató la madre de Hillary.
Ella tenía la esperanza de que esa cirugía mejoraría su condición, pero empeoró. Ya en la casa, los días pasaban y seguía vomitando más que antes, y estaba bajando de peso muy rápido.
Le dieron una cita con un gastroenterólogo para un año después, y fue cuando los papás de Hillary tomaron la decisión de hacer lo que fuera necesario para operarla con un médico privado.
“Decidimos que debíamos vender la casa, pero gracias a quienes nos han ayudado, ya tenemos el monto para la operación. Después debemos pensar en todo lo postoperatorio: consultas, más exámenes, un soporte nutricional muy riguroso y los medicamentos que necesite. Sé que para eso más personas seguirán apoyándonos”, comentó.
Susana García explicó que en esa operación, a Hillary le tienen que cortar casi la mitad del estómago, unirle el intestino con cuidado de que no quede muy arriba para evitar que los ácidos suban al estómago y le causen úlceras u otros padecimientos.
“La fe que tenemos es que, una vez que la operen, ella poco a poco recupere su vida y vuelva a las canchas, a hacer lo que tanto ama. Ahora ella está jugando el partido más difícil y más importante, pero confiamos en que lo superará.
”Me dice que ha perdido dos años en el fútbol y que es mucho, pero le digo que no pierda la fe ni la esperanza, porque logrará lo que se estaba proponiendo”, concluyó la madre de la jugadora.
Ayuda para Hillary Barquero |
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Si bien es cierto esta familia ya tiene el dinero de la operación de Hillary, vienen más gastos mientras se efectúa el procedimiento y lo que será la recuperación. Si usted quiere unirse a la causa, puede tenderles la mano mediante estas vías: SINPE móvil 8448-2588 J. Alexis Barquero 6158-5629 Susana García Cuentas bancarias A nombre de: SUSANA JEANNETTE GARCIA CHAVES Número de cuenta BAC: 928879246 Número de cuenta IBAN: CR72010200009288792461 |
La pinza mesentérica, también conocida como síndrome de Wilkie o síndrome de la arteria mesentérica superior (AMS), es una condición rara en la que la arteria mesentérica superior comprime una parte del intestino delgado (el duodeno). Esto provoca una obstrucción parcial o completa del paso de alimentos y líquidos a través del tracto digestivo.
Esta compresión ocurre porque la arteria mesentérica superior y la aorta abdominal forman un ángulo agudo, lo que estrecha el espacio donde normalmente pasa el duodeno. Este problema puede generar síntomas como:
El tratamiento varía según la gravedad del caso, pero puede incluir cambios en la alimentación, terapia nutricional o, en casos más graves, cirugía para corregir la compresión y restaurar el flujo normal a través del intestino.