Una situación sumamente alarmante ocurre en el seno del Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac). Tres funcionarios clave para el funcionamiento institucional fueron reubicados de manera arbitraria, sin consultarles y a manera de castigo. Sin embargo, el ministro de Ambiente justifica tales movimientos argumentando una “reestructuración del Ministerio”.
Los que conocemos en detalle el funcionamiento del Sinac y hemos seguido de cerca los procesos sabemos que esas explicaciones son una cortina de humo para despistar las inconsistencias y garrafales fallos en la gestión del Sinac, donde su director ejecutivo es invisible y nunca ha sabido defender la institución de los ataques ministeriales.
Los funcionarios son Mario Coto Hidalgo, que de la secretaría ejecutiva fue trasladado a la Setena; y Juan José Jiménez Espinoza, de participación ciudadana y gobernanza, y Jacklyn Rivera Wong, punto focal de la Convención Ramsar de Humedales, al Fondo Nacional de Financiamiento Forestal (Fonafifo) y la Comisión Nacional de Gestión de la Biodiversidad (Conagebio), respectivamente.
A Jiménez Espinoza y Coto Hidalgo les dieron solo cuatro horas para desocupar sus oficinas, en una inusual urgencia, casi desesperada, por ejecutar el traslado.
En un escueto comunicado, el Ministerio de Ambiente y Energía argumentó la “necesidad” de ocupar espacios que son necesarios, justificación que puede ser válida durante una reorganización, pero no en el caso de los que fueron obligados a trasladarse, prácticamente sin derecho a objeción.
No cuestiono que se consideraran sus nombres, pero la capacidad de los afectados es suficiente para muchas de las tareas inherentes al quehacer institucional. Discrepo de la arbitrariedad del proceso, como si el ministro quisiera demostrar que nadie puede cuestionarlo.
Simplemente se suspenden proyectos y labores desarrolladas por los afectados en detrimento de la ya conocida situación del Sinac, que está colapsado, trabado y es disfuncional en muchos aspectos.
Las cortinas de humo lanzadas por el despacho ministerial, su prepotencia y la necesidad de no tener contrapesos, que aclaro, no necesariamente sea en este caso, denota un aparente interés por castigar a los funcionarios por algo que al ministro no le gustó o simplemente la intención de allanar el camino para concretar algunas de las ocurrencias que sigue realizando.
En la reciente conmemoración del Día de los Parques Nacionales, en Bagaces, Guanacaste, el ministro se vanaglorió de una serie de logros cuestionables en cuanto a las condiciones de trabajo de los guardaparques, cuando hay una desesperada solicitud de que las omisiones y desatenciones de la administración sean corregidas.
Nuestro sistema de áreas protegidas está más desamparado que nunca; se ha deteriorado la conservación.
Este nefasto antecedente es una clara muestra de la ya recurrente arbitrariedad que distingue a la presente administración. Los ataques y las maniobras recurrentes del ministro son una señal desesperada por seguir desmantelando el Sinac y de hacer su voluntad en contra de criterios sólidos y consistentes. Ha caído bajo al ensañarse contra sus propios funcionarios.
El autor es especialista en gestión de áreas protegidas y restauración ecológica.