La Unidad de Inteligencia de The Economist publicó recientemente su Trump Risk Index (TRI), un indicador diseñado para medir la exposición de diferentes países a los potenciales cambios de política bajo una nueva presidencia de Donald Trump.
Basado en tres pilares —comercio (un 40 %), seguridad (un 40 %) y migración (un 20 %)—, el TRI evalúa la vulnerabilidad de los 70 principales socios comerciales de Estados Unidos, asignando puntuaciones de 0 (menor exposición) a 100 (mayor exposición). Sorprendentemente, el índice sitúa a Costa Rica como el segundo país más expuesto, después de México.
El comercio internacional y la atracción de inversión extranjera directa son pilares del desarrollo económico nacional. La estrategia de crecimiento, cimentada en la apertura comercial sostenida, la firma de tratados de libre comercio —primordialmente con Estados Unidos— y la creación de un ambiente propicio para la inversión extranjera, ha impulsado significativamente el desarrollo. No obstante, también expone al país a los vaivenes de la geopolítica global.
Aunque el TRI intenta cuantificar la vulnerabilidad, presenta una visión alarmista y poco matizada de los riesgos que enfrentaría Costa Rica si Donald Trump ganara la presidencia de Estados Unidos.
Para empezar, el informe presupone erróneamente que la seguridad nacional depende enteramente de Estados Unidos, lo cual dista mucho de la realidad. Durante más de siete décadas, Costa Rica ha mantenido su seguridad e integridad territoriales sin un ejército tradicional y sin presencia militar estadounidense. Sus principales defensas son su firme compromiso con el derecho internacional y la diplomacia.
En cuanto al narcotráfico, si bien existe cooperación con Estados Unidos, principalmente en la prevención del flujo de drogas por mar y aire, el verdadero desafío es la prevención del tránsito terrestre. Es evidente la necesidad de mayor cooperación y reconocer que el problema radica en la demanda de drogas del mercado estadounidense. Cabe señalar que, al igual que durante la Guerra Fría, Costa Rica y los países de la región son los que ponen los muertos en la batalla contra las drogas.
Desde la década de los 80, Costa Rica ha ido transformando su matriz productiva. Evolucionó de una economía basada principalmente en la exportación de productos agrícolas tradicionales hacia una diversificada, que abarca servicios de alto valor agregado, manufactura avanzada y productos agrícolas no tradicionales.
Esta transformación, aunque beneficiosa, crea nuevos desafíos al exponer al país a cambios en las políticas de sus principales socios comerciales, especialmente Estados Unidos. Una vuelta de Donald Trump a la presidencia representa un riesgo particular, dada su retórica proteccionista, su escepticismo hacia los acuerdos comerciales multilaterales y su enfoque America First.
Sin embargo, el informe subestima factores cruciales que mitigan el riesgo de cambios drásticos en la relación bilateral. Costa Rica cuenta con el TLC, ratificado por el Congreso de Estados Unidos, que proporciona un marco legal sólido a sus relaciones comerciales y no puede ser fácilmente desmantelado por caprichos presidenciales. Además, Costa Rica ha sido un fuerte aliado de Estados Unidos en diversos asuntos, incluida recientemente la seguridad tecnológica. Particularmente en lo referente a las redes 5G, se ha alineado con la política estadounidense de alejarse de proveedores chinos.
La presencia significativa de empresas multinacionales estadounidenses en territorio nacional crea una interdependencia económica profunda entre ambas naciones. Estas compañías no solo generan empleo y desarrollo económico, también representan intereses estadounidenses que cualquier administración, incluida una liderada por Trump, tendría que considerar cuidadosamente antes de tomar medidas drásticas.
Es importante considerar las implicaciones más amplias de una presidencia de Trump. La principal amenaza no se limita a las relaciones bilaterales; se extiende al ámbito global. La polarización de las relaciones internacionales, el acercamiento de Trump a regímenes autoritarios y su desprecio por el multilateralismo y el derecho internacional son las verdaderas amenazas para un país como Costa Rica, que ha fundado su política exterior en estos principios.
Más preocupante aún es la posibilidad de que las políticas económicas de Trump ralenticen la economía estadounidense, lo cual representaría un riesgo significativo para Costa Rica, dado que Estados Unidos es su principal socio comercial y fuente de inversión extranjera.
Consciente de los riesgos de una dependencia excesiva, Costa Rica diversificó sus mercados de exportación y fuentes de inversión en las últimas décadas, entre lo que cabe mencionar relaciones con la Unión Europea, Latinoamérica y países clave en Asia. Además, la reciente inclusión en los beneficios de la Ley de Chips y Ciencia —proyecto bipartidista— fortalece aún más su posición estratégica en la cadena de suministro tecnológico global.
En conclusión, aunque es prudente estar atentos a los cambios en la política estadounidense, el Trump Risk Index presenta una visión excesivamente simplista de la situación costarricense. El país ha demostrado su capacidad de adaptación a los cambios internacionales. La fortaleza de sus instituciones, su estrategia de diversificación económica y los profundos lazos con Estados Unidos la colocan favorablemente para afrontar los desafíos de una presidencia de Trump, si llegara a suceder.
Sin embargo, es crucial mantenerse vigilante a los riesgos más amplios en política exterior y económica que podría representar para el orden internacional y la economía global. Costa Rica debe continuar fortaleciendo sus relaciones internacionales, diversificando aún más su economía y mejorando su competitividad para mitigar estos riesgos potenciales.
La resiliencia dependerá no solo de factores externos, sino también de su capacidad para mantener y fortalecer sus instituciones democráticas, el Estado de derecho y su compromiso con el desarrollo sostenible e inclusivo. Estos son los verdaderos pilares que permitirán al país navegar con éxito los desafíos futuros, independientemente de quién ocupe la Casa Blanca.
Víctor Umaña es economista agrícola. Realizó sus estudios de posgrado en Economía Política Internacional en la Universidad de Berna y el ETH de Zúrich, Suiza. Es consultor internacional en comercio internacional, competitividad y desarrollo sostenible.