Con la proliferación de Instagram, TikTok y otras redes sociales, la presión social por mantener una apariencia juvenil y perfecta es intensa. Múltiples celebridades y creadores de contenido, conocidos como influencers, comparten a diario sus experiencias al inyectarse toxina butolínica en sus caras, usualmente con la marca más famosa de todas: el bótox. Incluso, promueven su uso entre sus millones de seguidores, creando así una expectativa de que este es el único camino para mantener un aspecto juvenil.
Las promociones digitales de estos tratamientos estéticos también van en aumento, con ofertas desde los ¢10.000 o ¢20.000, muchas veces desde establecimientos con profesionales no capacitados. Esto incide en que las personas que frecuentan las plataformas digitales, en su mayoría adolescentes, se sientan atraídas a inyectarse la toxina con facilidad.
Mario Alberto Quesada Arce, cirujano plástico y presidente del Sindicato de Médicos Especialistas (Siname), aclaró que el principal efecto de esta toxina es la parálisis muscular. Esto significa que se impide temporalmente el movimiento en los músculos del entrecejo, la frente y alrededor de la nariz, lo que evita la formación de arrugas en la cara o las ablanda.
Otra manera de imaginar la toxina botulínica es como un tipo de maquillaje fino que debe ser reaplicado periódicamente, según cada paciente. Sin embargo, su uso varía dependiendo de la edad. Mientras que una persona de 50 años puede usarla para ablandar sus facciones, en jóvenes menores de 25 años resulta innecesaria. Aun así, esta población enfrenta una constante presión social que los impulsa a buscar tratamientos estéticos para ajustarse a los modelos de belleza.
Además, aunque su cuerpo no les pide estas intervenciones a nivel biológico, buscan combatir las arrugas porque las asocian con el envejecimiento, una etapa a la cual temen llegar. Por ello, ¿es perjudicial que un joven se aplique bótox, o estos procedimientos son realmente beneficiosos? Y, ¿bajo cuáles parámetros médicos es correcto someterse a este tratamiento estético no quirúrgico?
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El bótox y las otras marcas de la toxina butolínica sí son una terapia preventiva, pues atacan aquellas arrugas mecánicas que se forman en el rostro por los movimientos en el entrecejo, la frente y alrededor de la nariz; según explicó Quesada Arce, quien también es profesor de la Escuela de Medicina y subdirector del Programa de Posgrados en Especialidades Médicas (PPEM) en la Universidad de Costa Rica (UCR).
De acuerdo con el especialista, lo recomendable es iniciar este tratamiento estético antes de que las arrugas se formen por completo, ya que la toxina no funciona para eliminar los surcos que están previamente asentados.
Aunque no existe una edad preestablecida o indicada para aplicarse bótox, debido a que cada caso es distinto, el cirujano no ha realizado este método en personas menores de 27 años. Esto, según describió, es porque antes de esa edad las personas todavía producen bastante colágeno –una proteína que, entre muchas funciones, ayuda a fortalecer la piel– y no necesitan de tratamientos estéticos.
Además, según profundizó el especialista, no todas las personas acuden a las salas de los cirujanos plásticos en busca de bótox o tratamientos similares para rejuvenecerse, sino porque tienen facciones muy fuertes y quieren suavizarlas. Es decir, su objetivo es que su rostro no luzca como que “siempre está enojado”.
Si bien esta intervención estética no es una fuente de la eterna juventud, sí otorga una sensación de rejuvenecimiento. El doctor lo comparó con el síndrome de Peter Pan, ya que las personas aborrecen el envejecimiento y anhelan disminuir las arrugas cada vez que soplan las velas en su pastel de cumpleaños.
“Si ya usted tiene una arruga, que eso es un surco, (el bótox) no le va a funcionar para absolutamente nada. Únicamente le va a funcionar para los surcos que hacemos por arrugas mecánicas, porque eso es lo que estamos corrigiendo, el efecto del movimiento”.
Mario Alberto Arce Quesada, cirujano plástico.
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De acuerdo con el último informe de la Asociación Internacional de Cirugía Plástica Estética (ISAPS, por sus siglas en inglés), el tratamiento de toxina botulínica fue el más utilizado a nivel global en el 2023. Esta asociación registra información de más de 1.600 cirujanos plásticos en 23 países de América, Asia, África y Europa.
Las mujeres son quienes más recurrieron a este método, con un registro de 7.526.993 procedimientos. En contraparte, los hombres lo utilizaron en 1.350.999 ocasiones.
Además del uso de la toxina botulínica, otras intervenciones estéticas no invasivas que han ganado popularidad son el peeling, que consiste en la exfoliación con una solución química para mejorar y suavizar la textura de la piel, así como el láser, utilizado para corregir manchas o cambios de pigmentación.
Para profundizar en la popularidad de las intervenciones estéticas no invasivas, a continuación le presentamos las razones del porqué las personas usan la toxina butolínica y las recomendaciones médicas para quienes desean aplicársela en Costa Rica.
Priscilla Echeverría Alvarado, psicoanalista y profesora en la Escuela de Psicología de la UCR, explicó que las personas desarrollan una necesidad por identificarse con los ideales de la sociedad. Además, entre más joven sea la persona, mayor será su exposición al fenómeno de querer ser igual o mejor que sus pares.
Debido a que la actual generación de adolescentes consume miles de anuncios publicitarios y ofertas en las redes sociales, donde se promueven las intervenciones estéticas, muchos quedan atrapados en los discursos dominantes de “cómo debe lucir una persona” y en la idea de que deben alcanzar ciertos estándares para ser relevantes. Por ello, pueden sentirse influenciados a iniciar con los tratamientos a temprana edad.
“Las personas adolescentes van a tratar de refugiarse en esos signos externos de los ideales estéticos, para poder lidiar con sus vacíos y sentir que son alguien en la sociedad y en la vida”, manifestó la psicóloga.
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Para Echeverría Alvarado, esta situación debe analizarse desde una dimensión macro, donde la sociedad de consumo se impone y genera una demanda excesiva de estos productos. Así, las personas son acorraladas e incluso compiten por sentirse superiores a los demás: en cuanto más se inyecten bótox o más se operen, serán mejores.
Un ejemplo de estas pretensiones sociales es la presión por evitar tener “patas de gallo” (arrugas en el contorno de los ojos que se marcan por los movimientos faciales), porque de lo contrario, las personas son mal vistas o pueden parecer “descuidadas” Esto da lugar a un enfoque excesivo en la imagen personal, con el propósito de parecerse cada vez más a quienes encarnan los estándares de belleza.
En paralelo, quienes no cumplen con estos perfiles, ya sea por falta de recursos económicos para aplicarse los tratamientos estéticos o porque tienen diferencias fisiológicas, pueden enfrentar discriminación. Es decir, son susceptibles aquellas personas de baja estatura, que no son ultradelgadas, que tienen un color de piel oscuro o incluso una textura de cabello diferente al lacio, entre otras características.
Todos estos elementos, sumado al hecho de que para la psicoanalista nuestra sociedad es “alérgica” a las personas adultas mayores, fomentan la discriminación etaria y resultan en que los jóvenes tengan miedo a envejecer.
Según amplió la profesional, los adolescentes a menudo están aterrorizados por cumplir 30 años, ya que sienten que para esa edad no han “hecho nada”; no tienen pareja, casa, vehículo ni son adinerados. Cada año cumplido les genera estrés por lo que creen que deben alcanzar, aunque sean metas imposibles. Por eso, buscan que las personas a su alrededor los sigan considerando como jóvenes, al aplicarse tratamientos estéticos como el bótox.
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El cirujano Quesada Arce explicó que, una vez aplicada la inyección de la toxina butolínica, la funcionalidad y los resultados se presentarán entre 7 y 15 días posteriores. La vida útil del medicamento es de aproximadamente tres meses, lo cual implica que será necesario replicarlo para mantener los resultados a largo plazo. En otras palabras, inyectarse bótox puede ser un camino sin retorno para los que desean mantener los efectos.
La frecuencia de reaplicación varía según cada paciente, pero generalmente debe realizarse cada tres a seis meses. Esto se debe a que, después de los tres meses de aplicación, la molécula proteica de la toxina se disuelve y los músculos comienzan a funcionar con normalidad.
Los casos que requieren menos intervenciones son aquellos en los que los pacientes “se olvidan de cómo hacer muecas”, de acuerdo con el doctor. Dado que no gesticulan ni mueven mucho los músculos de su rostro, los efectos del producto pueden durar un tiempo adicional.
En cuanto a las maneras en que se aplica la toxina butolínica, Arce explicó que las dosis máximas son las full face o cara completa, que incluye inyecciones en la frente, el entrecejo, la periórbita (alrededor del ojo), los lados nasales y la punta nasal. Siempre se inyecta en los dos tercios superiores del rostro, por lo que no se utiliza en la boca o la barbilla.
Dependiendo de la persona se ocuparán entre 50 y 80 unidades de la toxina para este tipo de procedimiento. Algunos efectos secundarios que pueden presentarse después de la inyección son enrojecimiento, moretes, dolores o hinchazón en el área tratada, los cuales suelen desaparecer en los días siguientes.
Los precios para aplicarse la toxina butolínica en Costa Rica varían según la marca y las ofertas disponibles en los consultorios médicos. Usualmente, una sola unidad de bótox puede costar $15, por lo que un tratamiento full face puede alcanzar hasta $1.200, aunque también se pueden encontrar opciones de menor precio alrededor de los $400.
Además de ser utilizada como un medio para paralizar los músculos faciales con fines estéticos, Quesada Arce explicó que la toxina botulínica tiene una amplia gama de aplicaciones debido a su actividad como neurotoxina. Desde la década de los años 80 se ha empleado en problemas esofágicos como la acalasia, en tics nerviosos, contracturas musculares, problemas rectales e incluso en hiperhidrosis, una condición en la que una persona suda excesivamente.
Por ello es que, a nivel público, la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS) aplica la cirugía plástica reconstructiva para fines curativos y funcionales, como en casos de enfermedades o accidentes. Sin embargo, porque el Estado no cubre tratamientos con fines estéticos, este mercado se ha impulsado en el sector privado.
A partir de entonces, ha surgido una tendencia peligrosa sobre las ofertas de personas no médicas que prometen colocar bótox a bajos precios. El especialista alertó que todo producto debe ser administrado por un profesional médico y cirujano, preferiblemente un especialista en cirugía plástica o capacitado en el tema, puesto a que no se trata solo de inyectar, sino de saber cómo manejar las posibles complicaciones.
“Lo básico es que ese médico y cirujano tenga una capacitación certificada de la aplicación del producto por una casa de enseñanza lo suficientemente capacitada. Que use productos de alta calidad y que coloque en el centro del universo al paciente, que es nuestra razón de ser”.
Mario Alberto Arce Quesada, cirujano plástico.
Si bien un cuadro alérgico a la toxina botulínica es una situación rara de presenciar, una mala aplicación puede provocar que el producto migre a zonas no deseadas; por ejemplo, que una sobredosis aplicada arriba de la ceja caiga hacia el párpado y cause un efecto de caída temporal. Aunque esto solo duraría por tres meses, serían tres meses difíciles de afrontar.
En Costa Rica, el Colegio de Médicos y Cirujanos es el ente público no gubernamental encargado de fiscalizar la práctica médica. Esto significa que, para realizarse tratamientos estéticos, ya sean quirúrgicos o no quirúrgicos, deben ser realizados por un médico colegiado.
Para verificar si una persona está inscrita en el Colegio de Médicos y Cirujanos, y por ende está capacitada para realizar estos procedimientos estéticos, su nombre puede ser consultado de manera gratuita en la página del Colegio de Médicos y Cirujanos. En caso de que el profesional no aparezca en este sitio web, también se puede llamar a verificar al número telefónico 2210-2200.
Además de constatar el grado académico del especialista, es esencial asegurarse de que el lugar donde se llevará a cabo el tratamiento estético cumpla con los requisitos establecidos por el Ministerio de Salud, así como conocer lo que implica cada procedimiento, las marcas de toxinas disponibles en el país y sus posibles efectos secundarios.