El rey Carlos III envió mensaje a Donald Trump luego del intento de asesinato en Pensilvania, Estados Unidos. Keir Starmer, primer ministro laborista británico, expresó sus condolencias a las víctimas y al exmandatario.
El rey Carlos III escribió a Donald Trump luego del intento de asesinato contra el candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, informó este lunes 15 de julio el Palacio de Buckingham.
El mensaje personal del soberano, cuyo contenido no ha sido revelado, fue enviado a Trump el pasado domingo 14 de julio a través de la embajada británica en Washington.
El expresidente estadounidense, de 78 años, candidato de nuevo a la Casa Blanca, fue herido en un oído el 13 de julio en Pensilvania y evacuado con la mejilla ensangrentada después de varios disparos que dejaron dos muertos, incluido el atacante, y dos heridos graves entre los espectadores durante un acto de su campaña.
Poco después del atentado, el primer ministro laborista británico, Keir Starmer, se declaró “consternado” por este intento de asesinato, afirmando en X que “la violencia política en cualquier forma no tiene cabida en nuestras sociedades”.
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El líder británico habló por la tarde con Trump, informó el servicio de comunicación del primer ministro, para expresar sus condolencias a las familias de las víctimas y desear al expresidente una pronta recuperación.
Trump pidió el pasado domingo a los estadounidenses unidad luego del incidente que conmocionó al país y que abre un oscuro capítulo en la polarizada carrera electoral para las elecciones de noviembre.
“En este momento, es más importante que nunca que permanezcamos unidos y mostremos nuestro verdadero carácter como estadounidenses, permaneciendo fuertes y determinados e impidiendo que la maldad gane”, escribió Trump en su plataforma Truth Social el pasado domingo por la mañana. Para el magnate, “solo Dios impidió que ocurriera lo impensable”.
El autor de los disparos, un joven de 20 años, fue abatido. El FBI, la policía federal, lo identificó como Thomas Matthew Crooks, residente en la localidad de Bethel Park, Pensilvania, situada a una hora en auto del lugar del atentado.
Según los medios estadounidenses The Wall Street Journal y CNN, se encontraron explosivos en un auto perteneciente a Crooks que estaba estacionado cerca del lugar del mitin. Por el momento se desconocen las motivaciones del intento de asesinato y la policía cree que actuó solo.
El presidente estadounidense, Joe Biden, fue informado por los jefes del FBI y los Servicios Secretos sobre la crisis, según la Casa Blanca.
Biden y la vicepresidenta Kamala Harris también se reunieron con el fiscal general, Merrick Garland, y otros altos funcionarios de seguridad, indicó la presidencia en un comunicado.
El demócrata de 81 años, que interrumpió el 13 de julio por la noche su descanso en su casa de verano para regresar a Washington, tildó el atentado de “enfermizo”. Después habló con Trump.
La esposa de Trump, Melania, dijo que el pistolero era un “monstruo” que intentó silenciar “la risa, el ingenio, el amor por la música y la inspiración” de su marido.
Por su parte, el padre del atacante declaró a CNN que trataba de “comprender lo que ocurre” y que no hablaría hasta comunicarse con las fuerzas de seguridad. Su hijo estaba inscrito como un elector republicano, según la prensa.
Los líderes mundiales también condenaron el atentado, y el Kremlin afirmó el pasado domingo por la mañana que no había lugar para la violencia en la política.
En escenas que atormentarán a un Estados Unidos ya traumatizado por la violencia armada y la agitación política, Trump se agarró la oreja y se echó al suelo después de que se oyeran disparos en el mitin del 13 de julio.
Los agentes del Servicio Secreto le rodearon y le sacaron del escenario mientras levantaba el puño en señal de desafío, con la oreja y la cara ensangrentadas.
“Me dispararon con una bala que me perforó la parte superior de la oreja derecha” y oí un “zumbido”, contó Trump después.
El impactante incidente suscitó preguntas sobre la seguridad, y sobre cómo un candidato presidencial pudo ser blanco de un atacante a unos 150 metros de distancia a pesar de contar con un enorme dispositivo de seguridad.
El portavoz del Servicio Secreto, Anthony Guglielmi, rechazó las afirmaciones “absolutamente falsas” de que se denegó protección adicional a Trump antes del mitin y afirmó que, de hecho, la agencia reforzó su seguridad.
El FBI declaró en una rueda de prensa a primera hora del pasado domingo que era “sorprendente” que el pistolero hubiera podido efectuar tantos disparos antes de ser localizado y “neutralizado” por francotiradores.
Varios testigos aseguraron haber visto al hombre antes del tiroteo e indicaron que alertaron a las autoridades. La policía de Butler, Pensilvania, declaró que “respondió a varios informes de actividad sospechosa”.
Un fiscal local dijo el pasado domingo que era “sorprendente” que un tirador fuera capaz de situarse en la azotea cercana para efectuar disparos.
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“Sé que teníamos algunas fuerzas del orden en ese edificio, lo que hace aún más sorprendente que fuera capaz de subir ahí”, dijo el fiscal de distrito del condado de Butler, Richard Goldinger.
El atentado desató teorías conspirativas y acusaciones por parte de los republicanos, en la ya de por sí febril y polarizada carrera electoral.
El posible candidato a la vicepresidencia de Trump, J.D. Vance, dijo que la “retórica” de Biden “condujo directamente” al ataque contra Trump.
Este era el último mitin de Trump antes de la Convención Nacional Republicana que se celebrará en Milwaukee, Wisconsin, desde este lunes, en la que debe ser nominado oficialmente candidato por el partido a las elecciones del 5 de noviembre frente a Joe Biden.
Estados Unidos tiene un largo historial de violencia política y los presidentes, expresidentes y candidatos cuentan con estrictas medidas de seguridad. El presidente John F. Kennedy fue asesinado en 1963, mientras que Ronald Reagan fue tiroteado, pero sobrevivió a un intento de asesinato en 1981.
