El técnico Gustavo Alfaro deberá lidiar con lo que era un anhelo en Costa Rica y hasta un deseo de él; sin embargo, pondrá a prueba su capacidad y la de los jugadores.
Mucho se clamó por un cambio en la Selección de Costa Rica, no solo para ver figuras jóvenes, sino para contar nuevamente con un plantel plagado de legionarios, preferiblemente en ligas europeas. Lo que era un anhelo, poco a poco se hace realidad, pero viene acompañado de un gran reto.
La Copa América puede marcar un antes y un después para la Tricolor. Para este torneo, la Selección tuvo a 12 jugadores que militaban en el exterior y a 14 de la liga local. Sin embargo, si todas las negociaciones se concretan en este mercado de pases, el balance con el mismo grupo podría ser de 20 legionarios contra seis del certamen tico.
Así de radical sería el éxodo de figuras y no es exageración. Aquí repasamos caso por caso los que ya se fueron o están por irse del balompié de Costa Rica:
Incluso, seleccionados que ya estaban en el Viejo Continente cambiaron de equipo, como Brandon Aguilera, quien fue vendido al Río Ave de Portugal, y Anthony Contreras, quien vuelve al Riga FC de Letonia. También se espera que Patrick Sequeira dé un salto en su carrera y deje el Unión Deportiva Ibiza (equivalente a la tercera división de España).
En el papel, todo es positivo para la Selección de Costa Rica si se confirma el éxodo de figuras al fútbol internacional: incrementa la competencia, sube el nivel, los futbolistas tendrían roce en mejores competencias, la intensidad y la dinámica mejorarían y hasta físicamente se daría un paso adelante.
Sin embargo, también hay aspectos muy retadores que no se pueden dejar de lado. Hasta ahora, las figuras del torneo local eran mayoría en la Selección y esto le permitía al técnico Gustavo Alfaro hacer microciclos constantemente y trabajar con una base para afinar su idea.
Si llegan a ser 20 los seleccionados en el exterior, Alfaro solo tendría a su columna vertebral tres o cuatro días antes de los partidos y en fechas FIFA. Además, cuando cuente con todos, debería lidiar con el desgaste de los viajes y los cambios horarios, que limitarían sus sesiones de trabajo.
De igual forma, estos jugadores pasarán de tener un campo fijo en sus clubes actuales y de jugar con regularidad, a tener que ganarse un puesto y, en algunos casos, pagar un derecho de piso y esperar por una oportunidad en sus nuevos equipos. De ser así, perderían ritmo.
Hasta el momento, ha sido muy complejo para los ticos en ligas internacionales ser constantes y ese será su gran reto.
