Cuando tenía seis años, Rebeca Jiménez Moya visitó por primera vez el Museo de los Niños. Ahí vio cómo un robot de Franklin Chang le hablaba sobre la exploración espacial. Eso la marcó, fue el inicio del sueño de trabajar en una actividad relacionada con el espacio.
“En ese momento tal vez no había tantas oportunidades como hoy, era el inicio de los 90, ni siquiera tenía acceso a Internet. Uno veía la NASA, pero lo veía muy lejano”, recordó.
La vida y las decisiones llevaron a Rebeca por otros rumbos. Su dominio del inglés hizo que desde muy joven fuera contratada por empresas transnacionales. Comenzó varias carreras universitarias, como Traducción y Enseñanza del Inglés o Preescolar Bilingüe, sin terminarlas. Intentó entrar a Psicología, pero siguió creciendo en las transnacionales.
“No tuve el conocimiento específico de qué hacer o qué estudiar o cómo entrar a la industria aeroespacial. Mi vida tomó otro rumbo y me enfoqué en estudiar otras carreras. Me enfoqué en trabajar y aprender en el medio en el que me desenvolvía”, narró.
Hace poco más de dos años, cuando cumplió 33, ya madre de una hija y divorciada, volvió a pensar en ese sueño de acercarse al espacio; no quería llegar a los 40 años y no haberlo intentado, aunque al mismo tiempo sentía que ya estaba mayor para hacerlo.
“Pensé que no tenía otra opción y que la vida que tenía era la que ya me había tocado y se me habían pasado los años. Después del divorcio conocí a un chico al que yo le hablaba y le hablaba del espacio y él me impulsaba. Lastimosamente falleció, pero durante ese proceso pensé que tenía que acercarme más a ese sueño”, comentó.
Estos últimos dos años y medio le demostraron lo contrario. Recientemente, poco antes de cumplir sus 36 años, Rebeca recibió el galardón de Líder Joven Emergente del Espacio 2024 por parte de la Federación Internacional de Astronáutica (IAF, por sus siglas en inglés). Esto la faculta para ir al Congreso Astronáutico Internacional, en octubre próximo, en Milán, Italia.
“Si vos tenés pasión por algo, andá detrás de eso. Cuando yo fui al congreso por primera vez pensaba ‘voy a estar gente con maestrías y doctorados y yo solo tengo una certificación’, pero uno también tiene que ver el trabajo que uno ha hecho y ver la forma de aprovechar toda oportunidad de aprendizaje”, manifestó la joven.
Para ella, aprender inglés fue lo que más puertas le abrió.
Durante la convalecencia de este joven, quien murió de cáncer, Rebeca comenzó a compartir trivias sobre diferentes temas del espacio en su perfil de Instagram. Al tiempo, se enteró de que existía el NASA hackathon, una competencia a nivel internacional que también se da en Costa Rica durante un fin de semana. Ahí empezó a entender las opciones y a participar de charlas.
“Eso me llevó a entender que la Universidad es importante, pero que si en realidad tenemos la pasión y la actitud correcta podemos llegar a hacer cosas increíbles. Y tenemos acceso a muchos cursos y opciones de aprendizaje”, recalcó.
Uno de los organizadores del hackathon llegó a su perfil de Instagram y vio las trivias, y le comentó de una asociación llamada Space Generation Advisory Council. Esta organización se dedica a educar y divulgar temas espaciales. Para ese entonces ya era 2022, y ella participó de un concurso para ser delegada en un congreso de dicha asociación. No conocía mucho, pero dijo “no tengo nada que perder”.
Jiménez fue uno de los ocho costarricenses seleccionados. Y ahí fue como comenzó con los contactos para acercarse más al sueño de niña. Incluso estuvo con personas que trabajan directamente en la NASA.
Con un muchacho argentino que conoció, comenzó a trabajar en un artículo científico para presentar en un congreso internacional. Juntos plantearon ideas y así fue como a Jiménez se le ocurrió crear un campamento para que los niños aprendan de temas espaciales con la idea de ofrecer a las nuevas generaciones oportunidades que ella no tuvo. La idea era tener una guía para quien quisiera generar este tipo de campamentos.
Les aceptaron la publicación y la fueron a presentar internacionalmente. La realimentación recibida indicaba que formaran una fundación para lograr estos campamentos. Se hizo un primer campamento para niños de 5 a 12 años. Eso incluía exploración espacial, experimentos, cohetería y astronomía. Su hija, que hoy tiene seis años, participó de ese primer campamento y quiso ir vestida de astronauta.
De ahí surgió la fundación Orion Outreach, que comenzó en enero pasado. Esta organización pretende que niños y jóvenes de 5 a 17 años tengan campamentos y cursos; la idea es que se haga en todo el país y sin importar sus posibilidades económicas.
“Si yo no hubiera comenzado con trivias desde mi perfil de Instagram, esto no hubiera llegado, pero uno tiene que actuar, dar ese primer paso”, dijo.
Todo este trabajo lo hace en los ratos libres pues desde hace años tiene un empleo a tiempo completo en una empresa transnacional.
“En mis 20s yo decía, ‘ay no, no voy a hacer esto porque me toma demasiados años. Y veme hoy aquí. No fue tarde comenzar a los 33. No podré ser astronauta, pero sí hacer mucho para acercar a la gente al espacio. Nunca es tarde para tener una nueva idea, una nueva meta″, resumió.
Una de sus misiones es que las personas entiendan que el espacio no se limita a quienes estudiaron una determinada carrera, porque la exploración espacial necesita de personas en todas las disciplinas.
“Los psicólogos son superrequeridos cuando se necesitan análisis o cuando el astronauta regresa. Se necesitan personas de recursos humanos, incluso agricultores. No son solo los astronautas, cualquier persona puede ser parte del espacio si lo quiere”, destacó.
Jiménez dio como ejemplo los astronautas análogos. Los astronautas análogos no viajan al espacio, pero están en condiciones muy similares a las que se dan fuera de la atmósfera terrestre. Los astronautas análogos en formación van a sitios diseñados especialmente para recrear las condiciones de la Luna o de Marte.
También dio el ejemplo de los pequeños satélites que ya se lanzan con el talento costarricense.
“En Costa Rica pueden darse múltiples oportunidades, no todo en el espacio son astronautas y viajes fuera del planeta”, expuso.
Ser Líder Joven Emergente del Espacio no solo es un reconocimiento, también una beca para ir al congreso mundial más grande en temas espaciales. En un inicio, Jiménez no pensó en participar, porque creyó que el límite de edad era tener 35 años para el momento del congreso. Sin embargo, una joven de Serbia que conoció poco tiempo antes, le dijo que se concursaba con quienes en enero tenían 35 años o menos.
Las aplicaciones para el concurso se habían abierto meses atrás, pero cuando ella se enteró de que calificaba ya solo quedaban dos semanas. Sin embargo, se puso manos a la obra, contactó a una chilena que se había ganado ese reconocimiento años atrás y ella la apoyó y la guio.
El trabajo fue arduo. Tenía que escribir cuatro ensayos y una carta de motivación, obtener dos cartas de recomendación y hacer un video de un minuto. También tenía que decir cuál sería su línea de investigación en el congreso y qué tema podría presentar.
Jiménez tenía ya el proyecto definido y estaba relacionado con cómo en los centros educativos públicos se puede cambiar la currícula de la educación de ciencias y cómo enamorar a los estudiantes del espacio. Para ello tuvo el apoyo de otra mentora de Costa Rica.
Por momentos sintió que no iba a poder, pero la gente que había conocido en el último par de años la ayudó.
En febrero envió la aplicación y la enfocó en cómo todas las personas, sin importar la edad y a qué se dediquen también pueden trabajar por el conocimiento de espacio. Más de 250 personas aplicaron por este reconocimiento, 30 lo obtuvieron.
Ella no es la única costarricense reconocida. Junto a ella, viajarán a Milán Carlos Rodríguez Delgado, quien fue nombrado Líder Joven del Espacio y Stephanie Leitón Ramírez, otra Líder Joven Emergente del Espacio.
Para Jiménez, esto solo refleja la calidad de talento que hay en Costa Rica para temas espaciales. De su parte, ella seguirá con Orion Outreach buscando cómo encantar a más niños con espacio.