Este domingo 30 de junio se estrena el tercer episodio de 'House of the Dragon' en MAX y HBO
¡Alerta de spoilers! Esta nota contiene detalles de la trama de House of the Dragon.
Difícilmente los episodios de House of the Dragon (La casa del dragón) tienen un eje temático claro. Son, antes que nada, colecciones de momentos que llevan la historia de un punto a otro. Si bien la serie ocurre antes de Game of Thrones, más que una precuela tópica, se maneja como una serie de drama usual donde lo que manda es la lucha de un ser humano contra otro por cualquier razón que se pueda imaginar. Sin embargo, en el segundo episodio sí hubo un tema central a cuyo alrededor giran las tramas: la responsabilidad.
Ser adulto significa asumir las consecuencias de nuestras acciones, algo de lo que no todas las personas son capaces. En la política del mundo real, veremos más de un ejemplo de personas que escurren el bulto, incluso en circunstancias evidentes. En House of the Dragon, hacerse responsable es una cualidad rara de encontrar, sea en el bando de los Negros o de los Verdes. Entre los primeros, Daemon quiere seguir ejerciendo un poder sin control; dice que actúa en beneficio de su reina, pero se niega a obedecerla. Y cuando en el ejercicio de esta voluntad imprudente se equivoca, no está dispuesto a recibir castigo. Quien sí ejerce algún tipo de responsabilidad es Rhaenyra, que cumple la palabra de su esposo y libera a Mysaria, aunque no tenga motivos prácticos para hacerlo. Esta decisión termina salvándole la vida, pues el episodio da a entender que esta mujer dio la alerta de que Sir Arryk había entrado de incógnito al castillo.
Rhaenyra asumió su responsabilidad, pero al final del día termina en el suelo, asustada, mientras un par de hombres se matan en su presencia. En el bando Verde no le ha ido mejor a Otto Hightower, quien hizo su deber al convertir una tragedia en un espectáculo para conseguir la aprobación del pueblo, así como de potenciales aliados a su causa. La ejecución de todos los matarratas ordenada por Aegon lo saca de sus casillas. Él intenta hacerle ver a su nieto el error; como Mano, asume la responsabilidad de educar a ese tonto que es su nieto, que es el rey. ¿A dónde lo llevó eso? A perder su puesto.
Tal vez Criston Cole, el guardián de la reina madre, sea el ejemplo de manual de lo que es no asumir sus culpas. El hombre, que en lugar de proteger a Helaena y sus hijos, estaba en pleno acto carnal con Alicent (la reina madre), lleva al extremo su inmadurez y responsabiliza a Sir Arryk de lo ocurrido, con resultados que ya todos conocemos: la muerte del guardia de capa blanca. Encima de todo, esta “broma”, como la llama Otto Hightower, salió mal, pero aun así ya ha sido nombrado Mano del Rey por Aegon. Otto se va con el rabo entre las piernas.
Un bando sin figuras que ejerzan liderazgo firme no puede esperar ganar una guerra. Pero ¿qué pasa cuando ambos bandos adolecen de lo mismo? Por lo que dice la historia, la Danza de Dragones fue una guerra extremadamente sangrienta. Considerando lo ocurrido en este episodio, podemos atribuir a una colección de incapaces que la guerra se prolongue como inevitablemente pasará, y donde ambos bandos sufrirán pérdidas irreparables, más allá de las muertes de los dragones.
Dirigido por Clare Kilner, quien nos entregó el aclamado episodio The Green Council, el capítulo Rhaenyra the Cruel destaca antes que por su estructura o trama, por su dirección de personajes. Todos tienen su momento, desde el aislamiento mental de Helaena, con una Phia Saban precisa, hasta el dolor del rey Aegon, donde Tom Glynn-Carney interpreta con soltura a un rey furioso frente a los demás, así como a un hombre que llora, en soledad, sus penas. Incluso las escenas de intimidad cuentan una historia, sean la de Alicent y Cole o la de Corlys y Rhaenys. En resumen, un episodio correcto.
‘House of the Dragon’: reflexiones de un prometedor primer episodio