La
alegría de Magallanes y sus hombres por encontrar el estrecho entre los dos mares pronto
se vio matizada por la evidente dificultad de atravesarlo. Al principio del viaje, el capitán pensaba que encontraría un único canal. Luego, la realidad le situó ante
un complejo laberinto plagado de canales, fiordos, estuarios y glaciares y atizado por fuertes mareas. Además,
la temperatura era muy baja (incluso en la estación suave en que ellos lo recorrieron),
las tormentas resultaban desaforadas y el sol apenas cruzaba las grises nubes.
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