De mediados del siglo XV hasta finales del XVI, las nuevas monarquías absolutas lucharon para someter a la nobleza, y entre sí para hacerse con el control de los territorios.
Constantinopla cayó en manos turcas en 1453, con lo que desaparecía el último enclave cristiano del viejo Imperio Bizantino. Años antes, casi todos los Balcanes y Grecia habían caído también en su poder y, a partir de entonces, prosiguieron aún más su avance imparable, que los llevó en 1526 a someter al reino de Hungría.]]>