El Barça fue mejor que el Athletic ayer en Jeddah. La realidad es la que es y lo mejor es reconocerlo. Los culés salieron mucho más enchufados a la semifinal de la Supercopa quizá espoleados por la cautelar del CSD a
Dani Olmo y
Pau Víctor y también por el regreso al once de
Lamine Yamal. Esto es lo más doloroso. El rival nunca puede ganar en intensidad. Si el equipo bilbaíno pierde una de sus grandes señas de identidad tiene mucho perdido y lo acaba pagando como se pudo comprobar en el primer gol azulgrana anotado por
Gavi. Faltó contundencia defensiva y el segundo tanto también vino por un error en la salida de la pelota.
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