Pensar que el Manchester City iba a romper su mala racha más pronto que tarde era una evidencia. Que lo hiciera en un partido en el que no ganó la posesión, no tanto. Menos si delante estaba el Leicester (0-2), equipo en descenso de esta Premier League y que hizo méritos para ganar algún punto ante el cuadro de Pep Guardiola, todavía gris y con muchas dudas pero que cierra el año con una alegría más que necesaria.
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