La Real regaló puntos a un Anderlecht que no tenía nada en un duelo de equipos suplentes que pensaban más en el fin de semana, que pudo ser un paseo txuri urdin, y así lo parecía, pero que alteró un grupo de ultras en Anoeta, con la ayuda del árbitro rumano, que ni paró el partido cuando debía ni anuló el gol belga por una falta clara sobre
Sadiq. Lamentable pero cierto. El lanzamiento de objetos de los belgas en el ecuador de la primera mitad a la grada realista provocó el despiste de la afición txuri urdin y, con él, el de los jugadores realistas, que vieron cómo el Anderlecht remontaba antes del descanso el tempranero golazo de
Marín.
Imanol agitó el árbol tras el descanso, la Real mereció ganar y las tuvo de todos los colores jugando en el área rival, pero de nada sirvió. Anoeta sigue sin dar puntos en Europa y la Real se queda con un punto en la parte baja de la tabla de la Europa League mientras el Anderlecht es colíder con seis de seis. Lo que son las cosas.
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