El debut del Girona en Montilivi en Champions fue histórico, pero triste. Los de
Míchel han perdido los dos partidos que han disputado en la nueva Copa de Europa y arrastran un halo de mala suerte que ya se notó en París. Ante el Feyenoord perdieron por dos goles anotados en propia puerta (y un penalti fallado) a pesar de jugar bien y no merecer ese resultado doloroso. Un empate hubiera reflejado mejor los méritos de los dos equipos. El Girona está aprendiendo demasiado rápido lo que es Europa y la Champions, una competición en la que la pegada es superior al juego. También cayó el Madrid ante el Lille de penalti, y con un portero portentoso, sin poder el equipo blanco repetir el día de la marmota después de una primera parte en la que los franceses intimidaron a un equipo muy irregular, incapaz de conseguir una línea de juego mínimamente reconocible. Fue el Madrid del apretón en los minutos finales, sacando
Ancelotti al campo a
Mbappé en signo de desesperación, pero fue superado por el Lille en la mayor parte del encuentro.
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